día 25 compartiendo conocimientos

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Era un soleado sábado por la mañana en Los Ángeles, y la luz del sol se filtraba a través de las cortinas de la casa de Buck y Eddie. El ambiente estaba lleno del aroma del café recién hecho, mientras Buck se movía por la cocina, emocionado por el día que tenían por delante. Habían planeado un día de descanso, lejos del ruido del trabajo y las emergencias.

Buck, siempre curioso y lleno de energía, había estado investigando sobre diferentes temas que le apasionaban. Se acercó a la mesa donde Eddie estaba sentado, revisando algunos documentos para su trabajo en el departamento de policía.

—Oye, Ed, ¿te gustaría escuchar algo interesante? —preguntó Buck con una sonrisa traviesa.

Eddie levantó la vista, curioso pero también un poco escéptico.

—¿De qué se trata esta vez? —respondió con una sonrisa.

—¡Sobre los océanos! —exclamó Buck entusiasmado—. Sabías que cubren más del 70% de la superficie de la Tierra, ¿verdad? Pero lo que realmente me fascinó es que hay lugares en el océano que nunca hemos explorado. ¡Es como un mundo completamente desconocido!

Eddie se rió suavemente y dejó los documentos a un lado. Sabía que Buck podía hablar durante horas sobre cualquier tema que le interesara.

—Está bien, cuéntame más —dijo Eddie, cruzando los brazos sobre la mesa.

Buck comenzó a compartir detalles sobre las criaturas marinas más extrañas y fascinantes que había encontrado en sus investigaciones. Habló sobre los calamares gigantes, los peces linterna y cómo algunas especies pueden producir luz propia. Eddie lo escuchaba atentamente, disfrutando del brillo en los ojos de Buck mientras hablaba.

Después de un rato, Buck cambió de tema.

—¿Sabías que hay plantas que pueden vivir cientos de años? —preguntó—. Como el pino de Bristlecone. Pueden vivir más de 5,000 años. ¡Eso es más viejo que muchas civilizaciones!

Eddie sonrió al ver cómo Buck se emocionaba al compartir su conocimiento. Era una parte entrañable de su personalidad.

—Es increíble cómo la naturaleza tiene tantos secretos —respondió Eddie—. Pero ¿por qué no me habías contado esto antes?

Buck encogió los hombros con una sonrisa pícara.

—Porque quería tener tu atención completa para hoy —dijo mientras se acercaba a él y le daba un suave beso en la mejilla—. Además, tengo algo aún mejor.

Eddie levantó una ceja, intrigado.

—¿Qué es?

Buck se alejó un momento y regresó con un libro grueso titulado "Los Misterios del Universo".

—He estado leyendo sobre astronomía también. ¡La vastedad del universo es asombrosa! —dijo entusiasmado—. Por ejemplo, ¿sabías que hay más estrellas en el universo conocido que granos de arena en todas las playas de la Tierra?

Eddie tomó el libro entre sus manos y hojeó algunas páginas ilustradas con imágenes impresionantes de galaxias y nebulosas.

—Eso es impresionante —murmuró Eddie—. Nunca pensé en eso.

La conversación continuó fluyendo naturalmente mientras pasaban horas hablando sobre todo lo que Buck había aprendido: desde teorías científicas hasta curiosidades culturales. Cada tema era como una ventana a nuevas ideas y perspectivas.

A medida que avanzaba el día, decidieron salir a dar un paseo por su vecindario. La tarde soleada era perfecta para disfrutar del aire fresco. Mientras caminaban juntos, Buck continuaba compartiendo datos interesantes sobre Los Ángeles: su historia como ciudad cinematográfica, las diversas comunidades culturales y cómo había evolucionado a lo largo de los años.

Eddie disfrutaba cada momento. No solo escuchaba las palabras de Buck; también apreciaba su pasión por aprender y compartir.

De repente, pasaron frente a una pequeña librería local con estanterías repletas de libros antiguos y nuevos títulos. Sin pensarlo dos veces, Buck tiró suavemente de la mano de Eddie hacia dentro.

—¡Vamos a explorar! —exclamó emocionado.

Dentro de la librería, Buck se perdió entre los estantes mientras Eddie lo miraba con cariño. Después de unos minutos buscando entre los libros raros y las ediciones limitadas, Buck apareció con un libro titulado "El Arte del Conocimiento".

—¡Este es perfecto! —dijo sosteniéndolo como si fuera un tesoro—. Habla sobre cómo compartir conocimiento puede fortalecer nuestras conexiones humanas. ¡Quiero leerlo contigo!

Eddie sonrió ante la idea y aceptó el libro con gratitud.

Más tarde esa noche, después de regresar a casa y preparar una cena sencilla pero deliciosa juntos, se acomodaron en el sofá con el libro entre ellos. Buck comenzó a leer en voz alta fragmentos interesantes sobre cómo el aprendizaje compartido puede crear vínculos profundos entre las personas.

Mientras leía, Eddie sintió una ola de amor hacia Buck por su curiosidad insaciable y su deseo genuino de conectar no solo con él sino con el mundo que les rodeaba.

Al terminar el capítulo, Buck cerró el libro y miró a Eddie con una expresión seria pero tierna.

—¿Sabes? Cada vez que comparto algo contigo siento que nos acercamos más —dijo suavemente—. No solo porque aprendo cosas nuevas sino porque me encanta ver tu reacción.

Eddie sonrió ampliamente al escuchar esas palabras.

—Lo sé —respondió suavemente—. Y me encanta aprender contigo porque haces que todo sea tan emocionante e interesante. Eres como un rayo de luz en mi vida.

Buck sintió que su corazón se llenaba al escuchar eso. Se inclinaron uno hacia el otro para compartir un beso dulce y tierno; esos momentos simples eran los más valiosos para ellos.

Y así pasaron el resto de la noche compartiendo historias personales e intereses mientras disfrutaban del amor profundo que habían cultivado juntos en Los Ángeles: un amor lleno no solo de pasión sino también del deseo constante por aprender uno del otro y crecer juntos cada día más.

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Tarde pero ya me puse al corriente

un Dulce beso (Buddie )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora