XVI

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Cerró la puerta de su habitación, y el sonido del cerrojo resonó en el silencio como un susurro de victoria.

Por fin, estaba solo.

Se apoyó contra la madera fría, y una sonrisa suave, casi maliciosa, asomó en sus labios.

Todo marcha justo como lo planeo.

Visualizaba los rostros tensos de sus víctimas, cada línea de preocupación y cada mirada furtiva que había captado.

Sentía cómo la fuerza de su venganza le palpitaba en el pecho, llenándolo de una energía que lo mantenía alerta, como si cada célula de su cuerpo estuviera despierta.

Con un suspiro prolongado, caminó hacia la cama y se dejó caer, sintiendo que la quietud lo envolvía.

Se deshizo del saco, abriendo apenas los primeros botones de la camisa, permitiéndose un momento de alivio después de todo el teatro del día.

Cerró los ojos y se hundió en el colchón, dejando que la oscuridad tras sus párpados lo transportara al recuerdo de la oficina.

Cada detalle estaba tan claro, como una escena repetida en su mente, la figura de su jefe, la penumbra que cubría el espacio, la atmósfera cargada de tensión.

Al abrir los ojos, su mirada se posó en la mesita de noche.

Un destello, un objeto sencillo, pero que atrapaba la luz de una manera fascinante.

Estiró la mano, y el bolígrafo frío y firme descansó en su palma.

Era elegante, pesado, un objeto tan pequeño pero capaz de hacer un gran daño.

"Namjoon" pensó, y algo cálido y extraño le recorrió el pecho.

El recuerdo de aquella noche volvió con fuerza, y su respiración se volvió apenas perceptible, como si cualquier movimiento pudiera desmoronar ese instante en su mente.

Volvió a ver la expresión del CEO, esa mirada profunda y segura que había hecho que todo su plan tambaleara.

Sintió el peso de su toque, la calidez de su piel.

Cerró los ojos de nuevo, y una mezcla de emociones lo envolvió, desconcierto, deseo, y una sombra de satisfacción que le resultaba confusa.

Era como si hubiera compartido con él algo prohibido, algo que no estaba en sus planes, pero que al mismo tiempo... se había sentido increíblemente bien.

El silencio en la habitación era absoluto, roto solo por el ritmo suave de su respiración.

Aquel encuentro había sido una parte de su estrategia, un juego que le acercaba a su objetivo y, en última instancia, a su venganza.

Sin embargo, cada vez que intentaba ver esa forma, algo se rebelaba en él.

La imagen del pelinegro tocándolo, llevándolo al límite sin ninguna palabra, le arrancaba una chispa de algo que no lograba identificar.

Su respiración se volvió más profunda, y el bolígrafo resbaló de su mano, cayendo a la cama.

Se llevó la mano al pecho, cerrando los ojos mientras la escena revivía en su mente, el peso del contrario junto a él, el roce de sus dedos, la intensidad de su mirada, y ese susurro que aún parecía resonar en el ambiente, su nombre, pronunciado en un tono casi... posesivo.

Por impulso, su mano se deslizó por su propio cuerpo, replicando los toques de aquella noche, dejándose llevar por la misma intensidad.

Su piel respondía a cada caricia, un eco de la experiencia que aún le causaba un extraño escalofrío.

Hate to love [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora