XII

38 13 0
                                    


El sol de la mañana se filtraba a través de las grandes ventanas de la oficina, proyectando un brillo suave que contrastaba con el frío que sentía en su interior.

Había llegado más temprano de lo habitual, buscando refugio en la rutina, en el trabajo que solía mantener su mente ocupada. Sin embargo, sabía que no podría evitar por mucho tiempo lo que se avecinaba.

Cuando el castaño entró en la oficina, su mirada fue inmediatamente atraída hacia él.

La preocupación lo había consumido desde la noche anterior.

Sin dudarlo, se dirigió directamente hacia su secretario, su expresión reflejando una mezcla de ansiedad y confusión.

—SeokJin, necesito hablar con usted —dijo, su voz firme, pero con un matiz de urgencia que no pudo ocultar.

El mencionado, quien estaba revisando unos documentos, levantó la vista lentamente.

Su rostro estaba inexpresivo, su mirada fría como el hielo.

—¿Qué necesita hablar, señor? —respondió con un tono seco, casi indiferente.

El CEO se detuvo frente a él, buscando en su mirada alguna señal, alguna explicación que pudiera tranquilizar su mente.

—¿Por qué se fue del restaurante? —preguntó, tratando de mantener la calma— Lo estuve llamando, enviando mensajes... Pensé que algo le había pasado.

—Nada me pasó —replicó el castaño, sin apartar la vista de sus documentos— Simplemente me arrepentí.

—¿Se arrepintió? —repitió, incrédulo— Pensé que esto era lo que usted quería.

Finalmente, su secretario levantó la mirada, sus ojos oscuros y llenos de una frialdad que el pelinegro no reconocía.

—La gente cambia, señor, o quizás siempre han sido así... uno nunca conoce a nadie realmente, ¿o sí? —dijo, su voz apenas un susurro, mientras sus manos temblaban ligeramente al ajustar los papeles en su escritorio.

La dureza en su tono parecía acentuarse con cada palabra, como si cada sílaba fuera una carga de hielo que se estrellaba contra las paredes del despacho.

Parpadeó confundido, tratando de procesar lo que estaba escuchando.

—¿Qué significa eso? —preguntó, su voz temblando ligeramente— No entiendo por qué se comporta así. Anoche...

Un sonido agudo interrumpió la conversación.

El teléfono del CEO vibró en su bolsillo, anunciando la llegada de un mensaje importante. Lo sacó de su bolsillo, y al leer la pantalla, su expresión cambió de inmediato.

—Es trabajo, necesito atender —dijo, su tono más apagado, como si la situación hubiera drenado parte de su energía— Nuestra conversación queda pendiente, quédese esta tarde.

El castaño asintió brevemente, como si la conversación no hubiera tenido la mínima importancia para él.

Regresó a su oficina con el teléfono aún en la mano, pero sus ojos apenas se fijaban en la pantalla, moviendo el dedo automáticamente para leer el mensaje.

No era solo la confusión lo que lo atormentaba.

No era que estuviera enamorado, pero el rechazo le dolía en formas que no sabía cómo explicar.

Durante toda su vida, había hecho lo que otros esperaban de él.

El hijo perfecto, el empresario perfecto, el hombre ideal.

Hate to love [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora