XX

18 6 0
                                    


El brillo del mármol pulido y las luces frías de la oficina parecían amplificar su buen humor esa mañana, mientras caminaba por el pasillo rumbo a la oficina de su jefe.

En su mente, los pensamientos de la noche anterior seguían ardiendo, como brasas de un fuego que se negaba a apagarse.

Al llegar, sus ojos se encontraron con los del CEO, y entre ellos se creó una chispa de complicidad, un lenguaje silencioso que solo ellos comprendían.

El moreno, tras el escritorio, lo miró con una sonrisa casi imperceptible.

La tensión en sus hombros parecía desvanecerse un poco al verlo entrar, y aunque mantenía su postura formal, sus ojos brillaban con un toque de diversión.

— Presidente Kim — saludó, bajando la cabeza con una inclinación respetuosa, su tono impecablemente profesional.

El presidente asintió, manteniendo la formalidad, pero el leve curvado de sus labios traicionaba la seriedad de su expresión.

— Secretario Kim — respondió, su voz grave y calmada como siempre, aunque algo en su tono dejaba entrever la picardía oculta tras su máscara profesional.

Ambos mantuvieron el juego, cada uno dentro de su papel, hasta que el pelinegro rompió el silencio con una voz apenas más baja, como si sus palabras fueran un secreto compartido.

— Secretario Kim... ¿tiene planes esta noche?

El castaño, sorprendido por la inesperada invitación, se permitió sonreír, sintiendo el calor del momento brotar entre ellos.

Respondió en el mismo tono formal, pero con una leve inclinación de las cejas.

— Aún no, presidente Kim. ¿Por qué... me necesita para algo en particular?

Namjoon se inclinó un poco hacia él, sus ojos oscuros atrapando los contrarios con una intensidad que desarmaba cualquier intento de indiferencia.

— Tengo en mente una reunión... fuera de la oficina. — Su voz era baja, íntima, y ​​el secretario sintió que su corazón daba un vuelco.

La expresión de su jefe reflejaba una mezcla de diversión y algo más profundo, algo que parecía una promesa silenciosa.

Pero el encanto del momento se rompió abruptamente cuando la puerta se abrió de golpe, y ambos se giraron para encontrarse con una figura que rompía la intimidad que habían logrado construir.

De pie en el umbral, el menor de los hermanos Kim, una sonrisa cínica en su rostro mientras sus ojos viajaban del CEO y su secretario, como si disfrutara de haber interrumpido algo que no estaba destinado a sus ojos.

— ¿Interrumpo algo importante? — dijo, con un tono que apenas escondía su diversión.

El moreno frunció el ceño, sus hombros tensándose de inmediato mientras clavaba la mirada en su hermano, que avanzaba hacia ellos con un aire despreocupado.

— ¿Qué haces aquí, Taehyung? — preguntó, su tono frío y serio, pero el contrario no pareció en absoluto intimidado.

— Vine a trabajar, hyung. — Pronunció la palabra con una lentitud casi teatral, como si saboreara el impacto de cada sílaba.

Jin sintió cómo el ambiente se cargaba de una tensión incómoda, y sus ojos viajaron hacia su jefe, que lo miraba con una mezcla de sorpresa y sospecha.

Taehyung detestaba la empresa familiar; su presencia allí era, sin duda, una maniobra para algo más que un simple empleo.

El CEO alzó una ceja, manteniendo la mirada de su hermano, intentando encontrar en su expresión alguna pista sobre sus verdaderas intenciones.

Hate to love [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora