Capítulo XIV: Nuevos admiradores

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No podía estar más contenta notando que cada día Willow parecía abrirse más, aunque, últimamente parecía más reacia que de costumbre. Se preguntó por qué sería. Igual, no lo pensó demasiado.

     “Ma petite Willow siempre ha sido así de evasiva”.

     Charlie asimiló la idea más rápido que la azabache. Fue bastante fácil aceptar que le gustaba esa chica, pues ya venía sospechando de sus propios sentimientos. ¿Cómo no hacerlo? Con esa expresión tan adorable que hacía cuando se ponía coqueta con ella, la forma en que fruncía su narizita, sus tiernos rubores, el hecho de que sus palabras decían una cosa pero su cuerpo le comunicaba otra... Era un verdadero encanto a sus ojos.

     No tenía prisa por decirle. Después de todo tenía esperanza en que, si Willow sentía o comenzaba a sentir lo mismo, lo iría demostrando. Después de todo la rubia conocía bien lo testaruda que era. No dudaba que le estuviera costando trabajo aceptar sus sentimientos, si es que los tenía. La francesa no se atrevía a afirmarse nada, claro, pero igual lo sospechaba bastante.

     Quizás solo necesitaba tenerle un poco más de paciencia, como lo había hecho hasta ese momento.

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     El Circo Bizarro mantenía una estrecha relación con el Emporio de los Horrores del parque. Después de todo, ¿de qué otro maravilloso lugar obtendrían los recursos de pesadilla que necesitaban para sus shows?

     Charlie era compradora frecuente, no solo porque a veces a ella le tocaba ir por todos los del circo para abastecerse, sino porque era le encantaba el lugar y muchas veces compraba artículos por puro gusto.

     Después de todo, nuestra querida Charlotte siempre había sido de gustos exóticos. Le gustaban las cosas extrañas, las rarezas, lo bizarro y hasta lo tétrico. Para ella, todo eso significaba ser único. Encontraba sublimidad en lo “grotesco”, belleza en los “horrores”.

     De manera que ella estuvo encantada de ir al emporio cuando sus colegas del circo se lo pidieron, encargándole unas cuantas cosas de ahí. Fue en su hora de descanso, por lo que, ese sería uno de los días en los que no podría visitar a su querida gondolera.

     “Quel dommage...” se lamentaba. Pensó en si los días que no iba Willow la extrañaba tanto como ella lo hacía.

     Tratando de despejarse, se dirigió entonces al Emporio de los Horrores. Escuchar el suave tintineo de la campana en la puerta al entrar siempre la alegraba. Adoraba el sonido de esa campanita.

     —Bonjour! —saludó efusivamente mientras se dirigía al mostrador. Esperaba ver a la dueña que usualmente atendía por cuenta propia el lugar, pero su sorpresa fue grande al encontrar a otra persona al otro lado del mostrador.

     Aquella persona, que estaba entretenida con un pequeño muñeco y algunos alfileres, levantó la mirada y le dirigió una sonrisa amable.

     —Bonjour, bienvenue, en quoi puis-je vous aider? —respondió aquella mujer en un francés perfecto.

     La rubia se quedó atónita un segundo. No esperaba encontrar a alguien que no fuera la dueña, y menos que le respondieran en francés. Pero la impresión le duró un segundo, y ahora estaba emocionada. ¡Por fin alguien con quién hablar su lengua!¹

     —¡Oh! Bueno, vengo por algunos artículos. Soy del Circo Bizarro —explicó, todavía algo confundida de por qué no estaba la dueña. ¿Quizás Starr Park le había dado permiso de contratar a alguien?

Bad Romance (Charlie×Willow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora