Capítulo XVII: Déjà-vu

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La francesa había estado sumamente preocupada, dándole vueltas al asunto. No conseguía atinar qué había hecho que molestó tanto a Willow, pero sea lo que sea, quería arreglarlo. Le dolía pensar en que su linda gondolera estuviera molesta con ella.

     Sin duda, fue a hablar las cosas con Willow al día siguiente, pero esta no se encontraba en la atracción, solo el encantador Ángelo.

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     —Voy a salir —avisó la azabache.

     —¿Y eso? —preguntó el cupido, extrañado, pues su amiga no era de salir a menos que fuera necesario.

     —Solo voy a tomar un poco de aire. Necesito pensar —explicó para luego retirarse. Realmente necesitaba un momento de introspección al lado de la laguna.

     El mosquito se quedó solo, pero en cuestión de minutos, el crujir de la madera de los tablones de los muelles del pantano llegó a sus oídos, haciéndolo levantar la vista.

     —Bonjour, excusez-moi... —sonó la dulce voz de Charlotte antes de entrar.

     —Hola hola, Charlie —saludó el mosquito. Ya sabía que la rubia venía a buscar a su amiga, así que justo cuando iba a preguntar por ella, este se apresuró a decirle:—. Salió. Dijo que iba a tomar aire.

     La acróbata suspiró pesadamente, evidenciando su decepción al no encontrarla. Ya que estaba ahí, igual decidió hacerle compañía a Ángelo, así que se sentó al lado.

     —¿Qué sucede, cariño? —preguntó el peli-verde gentilmente. Ya se daba una idea de lo que la tenía así, pero tenía que ser buen amigo y fingir que era ignorante de todo.

     —Oh, mon chéri... —comenzó, su voz y tono desanimado evidenciaban su afectación— Hace un par de días que ma petite ha estado molesta, y creo que lo está conmigo. No sé qué hice que la haya molestado tanto, y no quiere decirme.

     Como el mosquito ya sabía la razón del enfado de su amiga, supo que tenía que guiar un poco a Charlotte para que se diera cuenta de lo que le molestaba a la azabache. Aunque lo hablaran, Willow era terca y seguro le apenaba. No le diría que tenía celos.

     Ángelo bien podría decirle todo lo que su amiga le contó, pero prometió no decirle a nadie, y tampoco quería quedar como un chismoso. Además, claro, era un tema que les competía resolver a ellas, no a él.

     —Mhm... Bueno, Willow tiene dificultades para expresarse, así que veo muy difícil que te lo diga. Quizás, si me cuentas más o menos qué hicieron, pueda adivinar lo que le molestó. Soy su mejor amigo, la conozco como la palma de mi mano —sugirió casualmente, recargando una mejilla en su mano y mirándola, para que Charlie viera que estaba dispuesto a escucharla y se animara a contarle.

     La rubia no tuvo ningún problema con esta petición. De hecho, le pareció muy considerado que Ángelo quisiera ayudarla a resolver las cosas con Willow.

     —Bien... Recuerdo que ese día fue a verme y la invité a comer sushi. Luego de comer, le agradecí al hombre que nos atendió y platicamos un poco. Creo que ahí fue cuando comenzó a mostrarse molesta. Me pidió que nos fuéramos, y mientras caminábamos de regreso ella tenía el ceño fruncido. Le pregunté qué le ocurría y se negó a decirme, aunque era claro que algo la había irritado.

     —Mh... Sí, continúa —animó el mosquito, interesado.

     —Regresamos a la carpa del circo, y justo llegó un amigo mío que conocí hace unos días. Me pidió un autógrafo y se lo di. Luego Willow solo se retiró molesta, y no tuve tiempo detenerla. Ayer, cuando me acompañó con Juju, también parecía enfadada cuando estaba hablando con ella. Simplemente me dijo que ya se iba. Intenté detenerla y le pregunté de nuevo qué le ocurría, pero se soltó y mejor le di su espacio. Hoy quise venir a hablar con ella y, bueno... No sé por qué se ha enojado conmigo, pero quiero hablarlo con ella... No tengo ni idea de por qué está así.

Bad Romance (Charlie×Willow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora