Capítulo XX: Rompecorazones

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Los rayos matinales se colaban a través de las cortinas semi-recojidas, calideciendo e iluminando la piel y los angelicales rasgos de la rubia, que plácidamente dormía entre la comodidad de sus sábanas.

     Entonces sonó la alarma de su teléfono en la mesita al lado de su cama, despertándola. Se levantó enérgica y comenzó su día de manera animada, expectante de las sorpresas que le esperaban en la jornada. Así es: Charlie era de esas raras personas (y no se atrevan a decirme que no) que se levantan con energía por la mañana, emocionadas por comenzar el día.

     —Bonjour, monde! —dijo en voz alta mientras se estiraba. Dirigió la mirada a su escritorio, y ahí estaban las bellas rosas que había recibido por la noche... ¡No habían sido un sueño!

     Se acercó con una sonrisa para olerlas. Cierto era que amaba el olor de las rosas... Por eso su perfume era de dicho olor, pero claro que nada había como el aroma natural de estas.

     Mientras las admiraba con encanto, volvió a pensar en el misterioso remitente. Sea quien haya sido, apreciaba mucho el detalle. A Charlie siempre le había fascinado recibir regalos, sentirse querida por otros era lindo.

     —¡Ah, oui! Tengo que salir en quince minutos —se dijo a sí misma, apresurándose a ir a la cocina a prepararse un café. Eran las 5:45 a.m., y tenía estar en la carpa a las 6:00 para comenzar su rutina de estiramientos y preparar su número de las 7:00. Después de todo, en esa semana le tocaban los shows matutinos.

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     Mientras acomodaba y reorganizaba su área de trabajo, fue sorprendida por la voz de su colega.

     —¡Charlie, querida! Te buscan —le avisó Lola, interrumpiendo su actividad. La susodicha alzó la mirada y le sonrió.

     —¡Gracias, Lola! Voy en seguida.

     Y dirigió sus pasos afuera de la carpa. Siendo sincera con ella misma, su corazón enamorado esperaba que ese alguien fuera la adorable Willow. Aunque, al salir, Juju era quien había llegado a preguntar por ella.

     —¡Ah, Juju! Bonjour —la saludó efusivamente. Quizás no era Willow, pero también le era grata la visita de su amiga.

     —Bonjour, Charlotte —la saludó con una sonrisa suave y gentil— ¿No estás muy ocupada?

     —En lo absoluto, ¡justamente acabo de desocuparme! —informó con energía.

     Ambas mujeres comenzaron a conversar, como era usual. Desde que se conocieron, Juju iba de vez en cuando a darle una visita y se quedaban platicando un rato. Charlie no vio nada de raro en ello, solo se alegraba de ver en Juju a una amiga.

     —Hoy te veo más encantadora que de costumbre. ¿A qué se debe? —le preguntó la de tez negra, realmente curiosa. Charlie era una persona bastante alegre de por sí, pero había algo en su sonrisa que desprendía cierto brillo de emoción.

     Y reflexionando sobre la pregunta, la rubia atribuyó que quizás se veía más radiante que otras veces por lo emocionada que estaba por el suceso de anoche.

     —Oh Juju... ¡No puedo ocultarlo! Hay algo que me ha tenido emocionada desde que comenzó el día —habló, incluso su voz sonaba un tono más aguda—. Ayer por la noche alguien tocó a mi puerta y dejó un precioso ramo de rosas frente a mi puerta con una tarjeta. El remitente es anónimo, así que no sé quién la envió, pero me puedo dar una idea... —mencionó, con la pronunciación de cada palabra iba cayendo en la ensoñación, hasta terminar en un suspiro anhelante.

Bad Romance (Charlie×Willow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora