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(Comenten comenten o las mando a terapia por Reyana así de corta, las amo<3)
Sentados en el borde del escenario, con las piernas colgando, Rey y Juliana compartían el tipo de tranquilidad que solo se siente en esos momentos especiales, en la quietud del lugar vacío. La luz suave del atardecer se filtraba por las ventanas del hangar, iluminando las risas que intercambiaban, y todo se sentía en perfecta sintonía.
—¿Y? —Rey la miró de reojo, con una sonrisa pícara—. ¿Cuántos besos me vas a dar hoy, morocha?
Juliana se rió, divertida, y le dio un suave empujón en el hombro, fingiendo que no iba a caer en su juego. Pero él la miraba, con esa expresión desafiante y tierna que siempre la hacía reír.
—Ay, ni uno, ¿sabés? —le contestó, mordiéndose el labio para no reírse—. Te los tenés que ganar.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo hago para ganármelos, entonces? —Él se acercó un poco más, aprovechando cualquier excusa para estar más cerca de ella.
—Mmm, no sé… capaz que si me invitás a cantar con vos. —Juliana le devolvió la mirada, como desafiándolo, y Rey soltó una risita.
—¿Eso querés? —preguntó, apoyando un brazo detrás de ella para quedar aún más cerca—. Porque te vengo pidiendo que cantemos juntos hace rato, y vos nada. Me dejás siempre esperando, Miss Favela.
Juliana lo miró, divertida, pero sin dejar de lado la chispa de emoción en sus ojos. La verdad era que la idea de compartir el escenario con Rey la llenaba de nervios y, al mismo tiempo, de una ilusión que no había sentido antes. Quizás por él, o por la manera en que la miraba, como si todo lo que ella hiciera fuera increíble.
—Es que me hacés esperar vos también… —contestó, susurrando, y entonces Rey soltó una pequeña risa.
—Dale, Miss Favela, ¿hacemos el trato? —dijo, entrelazando su mano con la de ella—. Cantamos juntos y después… me das ese beso que me debés.
Juliana lo miró, pensativa, aunque en el fondo su decisión ya estaba tomada. Se inclinó un poco hacia él, con una sonrisa y ese toque de dulzura que la hacía única.
— Trato hecho, Rey.
Rey y Juliana intercambiaron una mirada cómplice antes de dar inicio a la canción. Los primeros acordes de Dangerous llenaron el hangar, y el ambiente se transformó en una mezcla de emoción, intensidad y algo que ambos apenas podían ocultar: la atracción innegable entre ellos.
—You know I'm dangerous. La candela de la calle, ma', la tengo yo, hey. You know I'm dangerous. Pero pruebo el miedo, baby, for you.—Rey comenzó con la primera línea, su voz profunda resonando con fuerza, y al mirarla, su expresión se volvía desafiante, casi retadora.
Caminó lentamente hacia ella, marcando el ritmo con cada paso, su cuerpo relajado pero sus ojos, fijos en los de Juliana, decían otra cosa. Juliana le siguió el juego, moviéndose con confianza, desbordando una intensidad que le daba a la letra un sentido aún más fuerte.