El aire de la mañana del lunes era fresco, y el cielo estaba cubierto por un manto gris que prometía lluvia. Hiroshi y Yuto caminaron juntos hacia la escuela, como lo habían hecho tantas veces en los últimos días, pero esta vez algo había cambiado. A pesar de la cercanía física entre ellos, había una distancia invisible, un peso en el ambiente que ninguno de los dos se atrevía a romper.
El recuerdo de la confesión de Hiroshi sobre Aki seguía fresco en la mente de Yuto. A pesar de su deseo de apoyar a Hiroshi y hacer que se sintiera mejor, sabía que el pasado no desaparecería tan fácilmente. Aki era más que un exnovio; era una sombra que seguía rondando en el corazón de Hiroshi, y Yuto no estaba seguro de cómo enfrentarlo.
Llegaron al instituto justo cuando la campana sonaba, y se dirigieron a sus respectivas clases. Pero mientras Yuto intentaba concentrarse en las matemáticas, su mente volvía constantemente a la conversación del fin de semana. Quería ser lo que Hiroshi necesitaba, pero ¿cómo luchar contra algo que había dejado una cicatriz tan profunda?
Al salir de clase para el almuerzo, Yuto encontró a Hiroshi sentado solo bajo uno de los cerezos del patio, con la vista fija en el cielo gris. Su expresión era tranquila, pero había una melancolía en sus ojos que hizo que el corazón de Yuto se apretara.
—Hey —dijo Yuto al acercarse, sentándose a su lado.
Hiroshi giró la cabeza, sonriéndole débilmente, pero no dijo nada. Yuto sintió la urgencia de llenar el silencio, pero no sabía por dónde empezar. En su lugar, sacó su almuerzo y comenzó a comer en silencio, esperando que el momento adecuado llegara.
—Estuve pensando en lo que me dijiste —dijo Yuto finalmente, rompiendo la quietud—. Sobre Aki. Sobre todo lo que pasó.
Hiroshi tensó los hombros por un segundo, pero luego suspiró y dejó caer los brazos a los costados, en un gesto de resignación.
—Es difícil dejarlo atrás —admitió Hiroshi, su voz apagada—. Creía que ya lo había superado, pero hay días en los que siento que aún me tiene atrapado. Es como si... no pudiera escapar.
Yuto sintió una mezcla de tristeza e impotencia. Quería decirle que todo estaría bien, que el dolor desaparecería con el tiempo, pero sabía que esas palabras serían huecas. La verdad era que Hiroshi estaba atrapado en una red emocional que solo él podía deshacer, pero eso no significaba que Yuto no pudiera estar a su lado mientras lo hacía.
—No tienes que hacerlo solo —dijo Yuto con firmeza, mirándolo a los ojos—. No importa cuánto tiempo tome, yo estaré aquí. A tu lado.
Hiroshi lo miró con una mezcla de sorpresa y gratitud. Por un momento, pareció como si quisiera decir algo, pero en lugar de palabras, solo asintió levemente, como si ese gesto bastara para expresar lo que sentía.
El resto del día transcurrió sin grandes sobresaltos, pero Yuto no podía sacudirse la sensación de que algo estaba a punto de suceder. Era como si el aire estuviera cargado de tensión, como si el pasado de Hiroshi estuviera a punto de materializarse de alguna manera. Y esa sensación se volvió realidad al final de la jornada escolar.
Estaban recogiendo sus cosas en los casilleros cuando una figura familiar apareció en el pasillo, caminando directamente hacia ellos. El corazón de Yuto dio un vuelco cuando reconoció a Aki, su expresión fría y arrogante, como si el tiempo no hubiera pasado desde la última vez que había visto a Hiroshi.
—Vaya, vaya, si no es mi viejo amigo Hiroshi —dijo Aki con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Hiroshi se quedó inmóvil, sus manos aferrándose a los libros que había estado guardando en su casillero. Yuto podía ver cómo su rostro se tensaba, como si estuviera luchando por mantener la calma.
—Aki —dijo Hiroshi con voz firme, aunque había un temblor apenas perceptible en ella—. ¿Qué haces aquí?
Aki dio un paso más cerca, ignorando por completo la presencia de Yuto. Era como si estuviera disfrutando de la incomodidad de Hiroshi, como si volviera a retomar el control emocional que una vez tuvo sobre él.
—Volví a la ciudad —respondió Aki, su tono casual, casi indiferente—. Pensé que sería divertido pasar por aquí y ver cómo estabas. Parece que sigues siendo el mismo de siempre.
Yuto sintió una oleada de ira creciente. La condescendencia en la voz de Aki, su forma de hablarle a Hiroshi como si fuera un juguete roto, era insoportable. Dio un paso adelante, colocándose entre Aki y Hiroshi, su mirada fija en el rostro del recién llegado.
—Él no es el mismo de siempre —dijo Yuto con firmeza—. Y no tienes ningún derecho a hablarle como si lo conocieras.
Aki lo miró por primera vez, arqueando una ceja, claramente sorprendido por la intervención de Yuto.
—¿Y tú quién eres? —preguntó Aki, su tono burlón—. ¿El nuevo perrito guardián de Hiroshi?
Antes de que Yuto pudiera responder, Hiroshi puso una mano en su brazo, deteniéndolo.
—Déjalo, Yuto —dijo Hiroshi en voz baja—. No vale la pena.
Yuto dudó por un momento, pero al ver la determinación en los ojos de Hiroshi, asintió y dio un paso atrás, aunque el enojo aún ardía en su pecho.
Aki soltó una pequeña risa, como si todo aquello fuera un juego para él.
—Bueno, parece que has hecho nuevos amigos. Me alegro por ti, Hiroshi. —Aki dio media vuelta y comenzó a alejarse, pero antes de irse por completo, miró por encima de su hombro—. Espero verte pronto.
Cuando finalmente desapareció de vista, Hiroshi dejó escapar un largo suspiro, como si hubiera estado conteniendo la respiración todo el tiempo. Yuto lo miró con preocupación, pero Hiroshi negó con la cabeza antes de que pudiera decir algo.
—Estoy bien —dijo Hiroshi, aunque su voz estaba cargada de cansancio—. Solo... necesito un momento.
—Claro —respondió Yuto suavemente—. Tómate todo el tiempo que necesites.
Mientras Hiroshi se apoyaba contra su casillero, Yuto no pudo evitar sentir que este encuentro con Aki era solo el principio de algo mucho más grande. Sabía que Hiroshi había luchado por dejar atrás ese capítulo de su vida, pero con Aki de vuelta en escena, temía que las viejas heridas comenzaran a abrirse de nuevo.
Yuto no estaba dispuesto a dejar que eso sucediera. No mientras él pudiera evitarlo.
El día terminó, pero la sensación de intriga y tensión quedó en el aire. Yuto y Hiroshi caminaron juntos hacia sus casas, pero pocas palabras fueron intercambiadas. Ambos sabían que Aki había traído consigo no solo el peso del pasado, sino también la posibilidad de que todo lo que habían construido juntos se tambaleara.
Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer cuando llegaron a la puerta de la casa de Hiroshi. Este se detuvo antes de entrar, miró a Yuto y, con una expresión seria pero llena de determinación, dijo:
—No dejaré que él vuelva a controlarme. No esta vez.
Yuto asintió, sabiendo que ese era el primer paso que Hiroshi debía dar. Pero también sabía que, aunque Hiroshi quisiera enfrentarlo solo, él estaría allí, listo para apoyarlo en cada batalla que viniera. Porque, al fin y al cabo, la sombra de Aki no desaparecería sin luchar.
Yuto estaba preparado para lo que fuera que el futuro les deparara. Y esta vez, no iba a permitir que las sombras del pasado los consumieran.
ESTÁS LEYENDO
Shadows of Realities#2 [✔]
Teen FictionSEGUNDA HISTORIA 🌟Shadows of Realities 🌟 En un mundo donde los secretos a menudo gritan más que las palabras, "Shadows of Realities" narra la historia de Yuto y Hiroshi, dos jóvenes que se encuentran en un delicado equilibrio entre el amor y la in...