Capítulo 24

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El día siguiente amaneció con una calma inusual, como si el universo les hubiera dado una pausa después de tantas emociones intensas. En la casa de campo, todo estaba en silencio, excepto por los cantos suaves de los pájaros en las ramas de los árboles que rodeaban la propiedad. Kai Minho fue el primero en levantarse, como siempre, su rutina diaria seguía intacta. Después de la charla que había tenido con Hiroshi en la colina la noche anterior, se sentía más liviano. El aire entre ellos estaba despejado, y aunque aún podía sentir la carga de las confesiones no correspondidas, había un mutuo entendimiento que les permitía seguir adelante.

Por otro lado, Yuto se quedó en la cama más tiempo de lo habitual. La conversación con Ethan había sido difícil, pero liberadora. Sabía que no sería fácil olvidar lo que sentía por su amigo, pero estaba decidido a no dejar que esos sentimientos lo consumieran. Mientras miraba al techo, sus pensamientos vagaban hacia un futuro incierto, uno donde tal vez tendría que aprender a ver a Ethan de una manera diferente.

Hiroshi, por su parte, estaba en la cocina, preparando café. La calidez de la taza entre sus manos le daba una sensación de seguridad, un pequeño consuelo en medio del torbellino emocional que había vivido en los últimos días. A pesar de lo que sentía por Kai, se sentía más tranquilo ahora. Había sido sincero con él, y eso le permitía seguir adelante sin arrepentimientos. En el fondo, sabía que la amistad que tenía con Kai era más valiosa que cualquier relación romántica que pudiera haber imaginado.

Cuando finalmente Ethan bajó a la cocina, encontró a Hiroshi sentado a la mesa, bebiendo su café en silencio. Hubo una pequeña pausa antes de que Ethan se acercara y se sentara frente a él.

—¿Todo bien? —preguntó Ethan, rompiendo el silencio.

Hiroshi lo miró, y asintió lentamente.

—Sí. Solo... pensando. Ya sabes, en todo.

Ethan asintió, entendiendo perfectamente a lo que se refería. Durante los últimos días, cada uno de ellos había tenido que enfrentarse a sus propios sentimientos, y aunque algunos de esos sentimientos aún estaban en proceso de resolverse, había una sensación de alivio general.

—Anoche hablé con Yuto —continuó Ethan, bajando la voz—. Le dije cómo me sentía, o mejor dicho, cómo no me sentía.

Hiroshi frunció el ceño ligeramente, tomando otro sorbo de café.

—¿Y cómo lo tomó?

—Mejor de lo que esperaba, para ser honesto —respondió Ethan, dejando escapar una pequeña sonrisa—. Fue difícil, pero creo que lo necesitábamos. No quiero que nuestra amistad cambie.

Hiroshi asintió, comprendiendo exactamente lo que Ethan quería decir. Después de todo, él había pasado por una conversación similar con Kai.

—Es curioso —dijo finalmente Hiroshi, mirando la taza de café—. Aquí estamos, cuatro amigos que lo tienen todo, al menos en los ojos del mundo. Somos ricos, somos famosos, pero... en cuestiones del corazón, seguimos siendo como cualquier otra persona. Vulnerables.

Ethan soltó una pequeña risa amarga.

—Tienes razón. Supongo que el dinero y la fama no pueden comprar todo.

Mientras hablaban, Kai y Yuto entraron en la cocina. Kai parecía relajado, mientras que Yuto tenía una expresión tranquila, pero aún reflexiva. A pesar de todo lo que había ocurrido en los últimos días, ambos parecían listos para enfrentar el día con una nueva energía.

—¿De qué están hablando? —preguntó Kai, tomando una manzana de la mesa.

—De la vida, supongo —respondió Hiroshi, encogiéndose de hombros.

Kai sonrió y le dio un mordisco a la manzana.

—La vida siempre da qué hablar.

El día transcurrió en relativa calma. Los cuatro amigos decidieron pasar el tiempo explorando los alrededores de la casa de campo. Pasearon por el bosque, disfrutaron de la tranquilidad del lugar, e incluso se sentaron a la orilla del lago para disfrutar del silencio que tanto necesitaban. Era un descanso bienvenido de las agitadas vidas que llevaban en la ciudad, donde cada movimiento era seguido por los medios, y donde siempre había expectativas que cumplir.

Mientras caminaban por un sendero rodeado de árboles altos, Yuto se quedó un poco atrás. Observaba a Ethan caminar delante de él, su risa resonando entre los árboles mientras hablaba con Kai. Yuto no pudo evitar sentir una punzada en el corazón, pero también se dio cuenta de que, aunque los sentimientos seguían ahí, había algo liberador en saber que había sido honesto consigo mismo y con Ethan.

Hiroshi también se había quedado un poco más atrás, observando a Kai desde la distancia. Sin embargo, en lugar de sentirse triste, sintió una extraña paz. Por primera vez en mucho tiempo, podía mirar a Kai sin el peso de las expectativas no correspondidas. Podía simplemente disfrutar de la amistad que habían construido durante tantos años.

Cuando llegaron a un claro en el bosque, los cuatro se detuvieron para descansar. El sol brillaba a través de las hojas de los árboles, creando un espectáculo de luces y sombras en el suelo. Kai se sentó en una roca, mientras que los demás se acomodaron en el césped.

—¿Saben qué? —dijo Kai, rompiendo el silencio—. Creo que hemos pasado por mucho en estos últimos días. Y aunque no todo ha sido fácil, me alegra que lo hayamos hecho juntos.

Ethan asintió, sonriendo.

—Tienes razón. Somos como una familia. Una familia un poco disfuncional, pero una familia al fin y al cabo.

Yuto rió, aunque una parte de él aún sentía el peso de sus sentimientos por Ethan. Aun así, sabía que estar allí, con sus amigos, era lo más importante.

Hiroshi también sonrió, sintiendo que, después de todo lo que había pasado, estaba listo para seguir adelante. Los días oscuros de inseguridad y dudas parecían haber quedado atrás.

Después de un rato, el grupo decidió regresar a la casa. El camino de vuelta fue tranquilo, pero no incómodo. Había una sensación de renovación en el aire, como si, a pesar de las dificultades, todos hubieran encontrado una manera de reconciliarse con sus propios sentimientos y con los demás.

Esa noche, mientras el sol se ocultaba detrás de las montañas, los cuatro amigos se sentaron en el porche de la casa, mirando el cielo estrellado. No había necesidad de hablar, porque en ese momento, el silencio lo decía todo. Cada uno de ellos, a su manera, había crecido en los últimos días. Y aunque las emociones aún estaban presentes, había una nueva comprensión entre ellos, una comprensión que les permitiría seguir adelante, juntos.

El futuro seguía siendo incierto, pero por primera vez en mucho tiempo, todos se sentían preparados para enfrentarlo, con sus corazones un poco más ligeros y sus amistades más fuertes que nunca.

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⏰ Última actualización: 15 hours ago ⏰

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