Fairy Tail: Metal y Hilos

Capítulo 79: La lucha final del Leviatán

Tierra, Ishgar, Reino de Fiore, Playa Akane

Enero, x781

De vuelta en el muelle, Gozaburo, Ren y Sun estaban sentados en una mesa cubierta por una sombrilla, disfrutando de la brisa del mar con una taza de té.

"Ha pasado más de una hora", dijo Ren después de tomar un sorbo de su té. "La batalla ya debería haber comenzado, ¿no?"

"Sí", respondió Gozaburo. "Con los nuevos motores de la nave, debería ser tiempo más que suficiente para llegar al lugar"

"¿De verdad estarán bien?", preguntó Sun, su preocupación por los miembros del grupo Seto y sus nuevos amigos era evidente en su tono.

"No te preocupes, Sun", respondió Ren con una sonrisa que ocultaba sus verdaderos sentimientos. "Todo debería estar bien"

Aunque Sun quería creerle a su madre, algo le decía que las cosas no serían tan simples. Un momento después, tomó su taza de té, terminó su contenido de una sola vez y la colocó de nuevo sobre la mesa. Entonces, se levantó de su asiento.

"Tengo que ir al baño", dijo Sun antes de alejarse rápidamente.

Al principio, ni Gozaburo ni Ren prestaron atención a la partida de Sun. Sin embargo, después de que pasó media hora, comenzaron a preocuparse.

"No crees que ella fue tras ellos, ¿verdad?", preguntó Ren, sintiéndose bastante preocupado porque Sun no había regresado.

En lugar de responder, Gozaburo se puso de pie de inmediato. Luego, sacó una lacrima de comunicación de su kimono e hizo una llamada a los hombres estacionados en el cuartel general del Grupo Seto.

"Sun está desaparecida", dijo Gozaburo en la lacrima con un tono autoritario. "Quiero a todos los hombres disponibles aquí en el muelle. No nos detendremos ante nada hasta que la encontremos"

Mientras tanto, aproximadamente en el momento en que Sun dejó a sus padres, Alfonzo, Elicia y Erza acababan de aterrizar en el barco insignia después de su primer enfrentamiento con el Leviatán. Actualmente, las seis tripulaciones del barco estaban en alerta máxima. No tenían idea de cuándo atacaría de nuevo la bestia, y eso estaba empezando a desgastar la voluntad de luchar del Grupo Seto.

"Las cosas no pueden seguir así", murmuró Alfonzo.

Mientras Alfonzo podía sentir que la moral del grupo caía, estaba considerando qué podía decir para recuperarla. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a una conclusión, alguien más se le adelantó.

"¡Pónganse las pilas, muchachos!", gritó Masa. "¡Somos los hombres del Grupo Seto! Algo como esto no nos derrotará, ¿verdad?"

Al escuchar la voz de Masa que resonó en el aire, todas las élites del grupo Seto se estremecieron momentáneamente. Luego, cuando recuperaron su determinación, todos gritaron al unísono.