Capítulo 8

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Trevor caminaba detrás de James en dirección al comedor cuando su primo cruzó un brazo delante de él para impedirle que siguiera avanzando. Algo confundido, alzó la cabeza hacia él, y siguió la línea de su mirada.

Como a James, lo que encontró también lo dejó de piedra.

Ariadne y Rosie estaban sentadas en la mesa, comiendo tarta de chocolate y charlando muy amenamente. Y él había pasado todo el tiempo preocupado por lo que Rosie pudiera haberle estado haciendo o diciendo a Ariadne. Después de todo, la niña era igual a su madre.

—Ella es increíble —dijo James casi incrédulo—. ¿Cómo lo hizo?

—Sí, lo es. —Sonrió Trev orgulloso.

—Tu madre y la mía están convencidas de que tienes algo con ella, y si no es así, ellas se van a encargar de eso. Como conquistó a Rosie, las conquistó a ellas.

—Una domadora de brujas —canturreó.

James asintió coincidiendo con él. —Una chica peligrosa, deberías tener cuidado.

Por el tono en que lo dijo, Trev supo que James no estaba yendo en otra dirección que no fuera la misma que su madre y su tía.

Cuando llegaron junto a las damas, Rosie fue la primera en percatarse de su llegada. Se levantó enseguida, de un salto, y corrió hasta él, con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

—Ariadne y yo somos amigas ahora. —Anunció a los dos, pero en especial a Trevvie.

—Eso es genial, cariño.

—Sí, Ari no tiene novio, ¿sabías?

Trevor no tenía ni idea de qué tenía eso que ver con que Ariadne pasara de estar en su lista negra a convertirse en su mejor amiga. Cualquiera habría dicho que sería más un obstáculo que una ayuda.

—¿Por qué eso es importante, Rosie?

—No es importante Trevvie, es triste. Está solita, es triste estar solo. Sin mamá, sin papá, sin su hermanito. Todos están en el cielo y ella se quedó sin nadie.

—¿Qué?

Él no comprendía. No llegaba a entender lo que la niña estaba diciendo. Miró a Ari en busca de una explicación, pero ella se había puesto de pie y miraba fijamente a Rose.

—Rosie...

Lo dijo casi rogando para que se detuviera y dejara de hablar, pero ella no lo tomó de esa forma y continuó.

—El tío Brad también está solo en la ciudad. Voy a llamarlo esta noche, si él y Ari se conocen y se enamoran, entonces ella ya no va a estar sola y puede pensar en dónde quiere que su novio le pida que se casen.

Eso los distrajo todavía más.

Ariadne estuvo agradecida porque el tema se hubiera desviado lejos de su familia. De haber sabido que Rose hablaría, no le habría mencionado nada. No se había percatado de ello en su momento.

Y habían pasado los últimos cuarenta minutos hablando sobre el famoso tío Brad de la niña. Era el hermano de su padre y tampoco tenía novia. Ari no tenía ningún interés en conocer a nadie, pero llevarle la contraria a la pequeña era trabajo imposible.

—¿Brad? —Se carcajeó Jamie—. ¿De dónde sacas tantas ideas locas, Rosie?

—No es una idea loca, tío James. Mi tío Brad es guapo, y Ari también. Y va a venir para la boda.

James miró a Ariadne, quien se encogió de hombros, resignada. Trevor frunció el entrecejo y los observó a todos uno por uno. ¿Por qué era el único al que no le parecía una idea para nada divertida?

Lo que ocultan las cerezasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora