Capítulo 11

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Ariadne y Trevor llegaron a su mesa justo cuando todos estaban haciendo lo mismo, preparándose para el segundo plato después de una tanda de música y baile. Él la ayudó a acomodar la silla como un perfecto acompañante y luego tomó asiento a su lado.

Cece que ya estaba allí lo miró con una sonrisa burlona de la cual Ari no se percató y él ignoró por completo.

Pero a la que no pudo obviar fue a su madre. Ella no dejaría pasar ni un minúsculo detalle, ¿por qué se había permitido confiar en el optimismo de Ariadne en eso y pensar que no lo haría pasar vergüenza por una vez en su vida?

—Al fin regresan, ¿dónde se habían metido ustedes dos? —Preguntó Katherine en voz alta y con un tono picaron sumado a su sonrisa triunfal.

—Dando una vuelta como todos los demás, madre. ¿Dónde sino? —Respondió con sequedad.

—No los he visto por ningún lado —continuó.

—Quizás no buscaste bien —dijo fulminándola con la mirada—. ¿Y para qué querías encontrarnos de todos modos?

—Solo comprobaba que no la habías dejado en manos de ningún otro mujeriego como hace rato.

—¿Otro mujeriego? —Terció Fred.

Ari había preferido mantenerse al margen y no emitir opinión al menos que le fuese solicitada explícitamente. Trevor tampoco debería de haber provocado a su madre, él sabía tan bien como ella cuales eran las intenciones de la mujer.

—Brad —dijo Trev bebiendo de su copa de vino.

Fred soltó una risa. —¿Brad? ¿Brad White? Tía, si Ariadne puede mantener a raya a tu hijo, no veo cómo Brad podría representarle un problema.

Wow, qué cumplido. Ari reprimió una sonrisa, Cece no se tomó el trabajo. Trevor y su madre le dieron una mirada dura a Fred, mientras que el señor Johnson ni se inmutó, hasta parecía que ni estaba oyendo la conversación.

—Sea como sea —prosiguió Kate—, espero que no vuelvas a cometer semejante grosería con la pobre Ari.

—No pensaba hacerlo, madre —contestó dándole una mirada a ella y posando sus ojos en Ari, quien había preferido seguir el ejemplo del padre de su jefe y concentrarse en la comida recién llegada, pretendiendo que no oía nada.

Por fortuna, eso la dejó conforme y no volvió a molestarlos con el tema durante el resto de la comida. Hasta que una nueva tanda de música volvió a sonar y la mayoría de los invitados se pusieron de pie para acercarse a otras mesas, bailar o acercarse a las barras de tragos.

Cece anunció que iría a ver a su hijo que estaba en una de las oficinas en las que se habían armado algunas cunas para que los más pequeños pudieran descansar lejos de bullicio. Fred la siguió y el señor Johnson se levantó junto a Katherine para hablar con alguno de los invitados.

—Oh, no. Mira quien viene allí —dijo mientras se levantaba de la silla—. Ni se te ocurra volver a marcharte con esa niña.

Trevor miró hacia donde su madre, y vio que Rosie se dirigía hacia ellos con paso decidido y no lucía nada feliz.

¿Y ahora qué? Se preguntó. Cuando Rosie estaba molesta no era una grata compañía, y menos en una fiesta como esa.

Cuando Robin se cruzó delante de ella y le dijo algo haciéndola volverse hacia el lado contrario, Trev suspiró de alivio.

Se volvió hacia Ari que también había estado mirando en la misma dirección. —Estamos salvados, por el momento.

—Así parece —comentó divertida por su expresión.

Lo que ocultan las cerezasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora