Ari se levantó a la mañana siguiente y se escabulló de los brazos de Trevor para salir de la cama. Se cambió para estar lista para el entierro y bajó las escaleras dejándolo a él dormir por un rato más. El día anterior había sido largo y el cambio de horario también les jugaba en contra.
Cuando llegó a la cocina se encontró con que no estaría sola. El señor Johnson, con quien no había intercambiado más que un par de palabras, estaba sentado en la barra de desayuno mirando hacia el vacío.
Ella se detuvo en la entrada y aguardó a que él la notara, pero no ocurrió. No hasta que ella entró y se hizo notar.
—Hola, señor Johnson —dijo pensando que un buenos días no habría sido adecuado. Al verla, parpadeó y arrugó la frente—. Soy Ariadne, ¿me recuerda?
—Ah, sí —murmuró con voz ronca pero sin moverse.
—Trevor aún duerme —comentó un poco incómoda—. ¿Usted ha desayuno? Puedo preparar algo para los dos.
—No te molestes, no tengo hambre. Siento más ganas de ir a tomar un trago en mi despacho y no salir de allí en mucho tiempo que cualquier otra cosa.
Ari negó con la cabeza y se acercó a él para colocar una mano en su hombro. —Usted no puede hacer eso, el entierro es en unas horas, no creo que quiera estar ausente para despedirse por última vez.
—Desearía no hacerlo.
—Todos lo hacemos, señor. Pero lo que ella no desearía es verlo bebiendo todo el día y toda la noche. Le prepararé algo para desayunar.
Y con eso se giró y puso manos a la obra. En el estado en que se encontraba ellos no podrían marcharse por la tarde, sería muy irresponsable por su parte dejar a ese hombre en esas condiciones. Y no creía que Trev les dejara esa carga al resto de la familia.
Ella no tenía que permitírselo porque de hacerlo, estaba segura que él lo lamentaría en el futuro.
***
Cuando el servicio acabó muchos de los asistentes se fueron dispersando y Ari también decidió alejarse para darle más privacidad a Trevor y a su padre.
Emilie también se quedó junto a su primo, y Rose no fue de menos y le tomó una mano a Trev sin decir nada.
Ariadne se alejó y buscó lugar en un banco debajo de pequeño techo de la parte trasera de la iglesia del cementerio y observó desde allí.
Se sintió sonrojar cuando vio a Olivia y a James acercarse. Recordar lo que había leído la noche anterior y todo lo que sabía ahora fue inevitable. Tenía que ser más amable con ella. Con ambos, James tenía menos culpa que Liv.
¿Por qué nadie le había explicado antes?
¡Qué tonta había sido y que culpable se sentía!
También le molestaba un poco que Trevor la viera casi como a un ángel, pero quizás ella era así de buena. Si había logrado acercar a las familias tenía que serlo.
—¿Qué haces aquí sola? —Preguntó James cuando estuvo cerca.
—Creí que tenía que darle un poco de espacio a la familia.
—Nosotros te haremos compañía por un rato —propuso Liv sentándose a su lado y tirando de James para que hiciera lo mismo.
—No tienen que quedarse, no me importa esperar sola —dijo haciéndoles un lugar de todos modos.
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Lo que ocultan las cerezas
Roman d'amourTrevor se ha convertido en un verdadero empresario. Lleva el mando de la filial de la compañía de la familia en América, y como tal, es completamente dependiente de su asistente. Kassie lleva las riendas de su vida y se ocupa de que todo esté en arm...