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A pesar de ser sábado y anoche haber estado despierto hasta tarde, Hyunjin se despertó temprano. Mientras permanecía en su cama, los recuerdos de la noche anterior no paraban de aparecer en su mente como flashes.
La memoria de estar abrazando al omega que tenía en medio de sus brazos era algo que lo hacía sentir extraño, cuando llegó nunca imagino que algo así pasaría con Felix, de la nada saber que es un omega.
-¿Por qué tú, Felix?
murmuró para sí mismo, frotándose la nuca en un gesto nervioso. No sabía si era una pregunta sobre el inesperado vínculo que sentía o si era un lamento por la sorpresa.

El recuerdo del rubio en su pecho ya tranquilo, con su respiración lenta y con el aliento caliente traspasando la tela de su camisa. Asimismo Hyunjin cerraba sus ojos calmando la agonía qué sintió en el bar.
Tener al pecoso en un estado de relajación, definitivamente las feromonas de calma que le brindó hicieron su trabajo a la perfección, este estaba en un estado de semitrance, el recuerdo de levantar con cuidado su cabeza para hacer contacto visual y encontrarse con sus ojos entreabiertos y somnolientos, lo hacía sonreír de forma involuntaria.
El guiarlo a la cama donde en segundos se durmió. Definitivamente ese rubio no era de los que soportaban estar despiertos hasta tarde. Había algo en la forma en la que Felix se relajó tanto y en cómo había aceptado su cercanía más tiempo del esperado, que despertaba en él una sensación nueva.
Todo corría en su mente como si fuera una cinta de video que se reproducía una y otra vez.

Hyunjin se levantó de la cama con un suspiro, como si quisiera sacudirse el peso de las emociones que lo mantenían anclado. No podía permitirse esa vulnerabilidad tanto tiempo, tenía que seguir con su vida de adulto responsable.

El alfa se dirigió a la cocina, con la esperanza de que su taza diaria de café le ayudara a despejar la neblina de sus pensamientos. El sonido del agua hirviendo era lo único que rompía el silencio de la casa y minutos después el aroma a café recién listo. Mientras guardaba todo, los recuerdos continuaban golpeándolo sin piedad: la suavidad del cabello de Felix, la manera en la que sus respiraciones se habían sincronizado por un instante.

-Al menos es sábado, ahora debe salir algo que me entretenga.-se dijo en voz baja.

Justo en ese momento, el sonido de unos pasos suaves lo sacó de su ensimismamiento, como si lo que hubiera dicho en voz baja se hubiera manifestado en tiempo record.
Se giró para encontrar a Felix en el umbral de la cocina, con el cabello rubio despeinado y una camiseta que le quedaba un poco grande y las pantalones de dormir que usualmente usaba, unos que de forma inconsciente resaltaban la figura del omega. La cantidad de veces que Hyunjin se dijo ciego así mismo por no darse cuenta antes que no era un alfa, incrementaba más en cada interacción.
Los ojos de Felix, aún un poco nublados por el sueño, buscaron a Hyunjin y se encontraron con los suyos.

-Buenos días -murmuró Felix, rompiendo la tensión del momento con una voz que, para Hyunjin, sonaba demasiado suave, demasiado cercana.

El alfa asintió, tratando de disimular la incomodidad que sentía. No era que no quisiera a Felix cerca; era que no sabía cómo manejar la sensación del desprecio que sintió por meses finalmente esfumado de la noche a la mañana. Habían pasado de la hostilidad a este extraño limbo.

-¿Dormiste bien? ¿Te sientes mejor?-preguntó Hyunjin, intentando sonar indiferente. Como si no le importara tanto pero educado. Caso que era mentira, moría por saber cómo siguió en todos los aspectos posibles, como si su instinto protector se hubiese activado apenas supo que vivía con un omeguita.

Felix le dedicó una sonrisa pequeña, tímida, que apenas curvó sus labios.

-Gracias a ti, sí.

Ese simple agradecimiento hizo que algo en Hyunjin se tensara, pero también lo llenó de una calidez que no esperaba. Decidió desviar la mirada, enfocándose en preparar otra taza de café para Felix. El silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo. Había algo diferente, una especie de tregua tácita que ninguno de los dos sabía cómo romper, como si no quisieran volver al campo de guerra.

Convivencia peligrosa | HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora