Gritos en medio del silencio

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En la soledad de mi habitación
donde la luz apenas se atreve a entrar,
se sienta un corazón
que late con el peso
de mil noches sin estrellas.

Cada latido
es un eco en el abismo,
un recordatorio
de que aún estoy viva.

Los pensamientos,
son fantasmas sin rostro,
y se arrastran en la oscuridad.
Vienen en silencio,
pero cuando llegan,
su presencia es ensordecedora.

Susurran al oído,
recordando todas las palabras no dichas,
las oportunidades perdidas,
los amores que se desvanecieron
antes de florecer...

Son un enjambre de voces
que no sé callan.
Las mismas que repiten
una y otra vez los errores cometidos,
las heridas que no sanaron,
los "¿y si…?"
que nunca tendrán respuesta.

Hay un vacío en mi pecho,
un agujero negro,
que devora todo lo que toca.
No importa cuánto se intente llenar,
siempre parece quedarse con más.

Es un abismo donde los recuerdos
caen y desaparecen,
donde la esperanza
se desvanece como humo en el viento.

A veces,
el vacío parece crecer,
extendiéndose como una mancha de tinta sobre una página en blanco,
borrando cualquier rastro de alegría,
cualquier indicio de luz.

Mis lágrimas,
corren por las mejillas
como ríos desbordados,
llevando consigo el peso
de una tristeza inexplicable.
Son saladas y amargas como el mar,
que ahoga a quien intenta nadar en él.

Cada lágrima,
es una palabra que nunca se dijo,
un grito de auxilio
que quedó atrapado en la garganta.
Y a veces me pregunto:
¿El alivio nunca llegará?

Y mientras el corazón,
se ahoga en su propio dolor,
el mundo sigue girando y cambiando.

La gente pasa,
con sus risas,
sus charlas,
y sus vidas que parecen tan completas.

Ellos no ven las cicatrices invisibles,
y no escuchan,
los gritos en medio del silencio.

Reflexiones de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora