Todo con medida, nada con excesos

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Jijiji aquí está...

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Capítulo 16

Todo con medida, nada con excesos.

—Hendrick...

El cuerpo de Astrid se paralizó y en un parpadeo todos aquellos sentimientos aparecieron de nuevo en ella: el dolor, la ira, la tristeza, la humillación, TODO. Mientras que el cretino que estaba frente a ella sólo la veía con sonriente fascinación, actuando como si nada hubiera pasado.

—Me pareció verte en el desfile de modas, aunque no creía que fueras tú, hasta que te vi aquí. Te ves... ¡muy bien! ¡Estás guapísima!

Astrid tronó los dientes, confirmando lo que suponía. Ese tipo pretendía actuar como si nada hubiera pasado.

—Por cierto... ¿qué estás haciendo aquí? ¿estás vacacionando?

— ¿Qué qué hago aquí? —repitió ella con rencor. — ¡¿Qué crees que hago?! Me estoy DIVIRTIENDO. ¿No es lo que me aconsejaste la última vez que hablamos?

Hendrick dio un paso hacia atrás, notando que su exnovia aun no había "superado" lo que pasó entre ellos.

—Astrid... déjame explicarte.

— ¡¿Explicar qué?! ¡¿Qué me dejaste plantada el día de la boda?! ¡¿Qué te largaste con otra?! ¡¿QUÉ ME ROBASTE MIS COSAS?!

Con el puño endurecido, Astrid dio un paso adelante, dispuesta a cobrarse todas las que ese tipo le hizo.

—Lo sé, ¡fue una ESTUPIDEZ! me sentí confundido por esa mala mujer, pero eso se acabó, te fui a buscar hace poco a tu casa. ¿Lo sabías?

—¡NO ME IMPORTA!

Aquel grito lleno de rencor atrajo la atención de varios turistas que pronto comenzaron a verlos con curiosidad, empezando una serie de murmureos.

—Cállate Astrid, vas a llamar la atención. —Masculló Hendrick, tomándola del brazo para llevarla a un lugar apartado.

—¡Suéltame imbécil! —se zafó con rudeza. —No me importa si me fuiste a buscar, ¡¿Qué creías?!, ¿Qué te iba a seguir esperando después de lo que hiciste? No te des tanta importancia, estúpido imbécil.

Hendrick levantó las manos tratando de calmarla.

—Astrid, si tan sólo me dejaras explicarte. Ven, vamos a hablar a un lugar más tranquilo.

De nuevo la tomó de la mano y la obligó a andar con él, Astrid trató de zafarse, pero al hacerlo, aquel individuo le apretó más fuerte la mano.

—¡Que me sueltes, no quiero que me toques!

—No lo voy a hacer, tienes que escucharme. — insistió él, apretándola más. —Ya no hagas tanto escándalo, pareces una loca.

— ¡Hey tú! ¡Suelta a Astrid!

Se escuchó de repente una voz entre la multitud, haciendo que el reportero y la misma Astrid se volvieran hacia aquel joven de cabellos castaños que con presuroso caminar y semblante molesto se aproximaba a ellos.

— ¡que la sueltes! —ordenó Hiccup demandante.

En ese momento, Astrid sintió que Hendrick dejó de apretarla por lo que se apresuró a zafarse de él y empujarlo lejos de ella, para luego dirigirse hacia donde Hiccup estaba

— ¿Estás bien? —preguntó el veterinario al verla agitada, y por supuesto muy molesta.

— Oye, Astrid... ¿Quién es este? —señaló Hendrick despectivamente.

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