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La adrenalina del escenario todavia latía en las venas de Lucía mientras se deslizaba entre la multitud, buscando un buen lugar para ver a Airbag tocar. El concierto estaba por comenzar, y ella quería disfrutarlo como una fan más, mezclada entre la gente, viviendo la experiencia desde el otro lado. Todavía le costaba creer que había compartido el mismo escenario que ellos hacia tan solo una hora, y ahora, entre la multitud, podía sentir en carne propia la energía del público que había visto desde las alturas hace solo unos momentos.

En cuestión de segundos, el estadio entero estalló en aplausos y gritos cuando los primeros acordes comenzaron a resonar, anunciando la llegada de Airbag al escenario.

Encontró un lugar entre los fans, no muy cerca, pero tampoco tan lejos como para perderse cada detalle de lo que sucedía en el escenario. Rodeada de gente que compartía su misma emoción, Lucía sintió un impulso liberador; podía ser una más entre el público, una fan que vivía la noche sin las presiones del backstage o del escenario.

Mientras los hermanos Sardelli empezaban con los primeros acordes, el sonido llenaba cada rincón, y el público, como una ola, empezó a moverse con la música. Lucía cerró los ojos por un instante, sintiendo el retumbar de los instrumentos en el pecho, ni siquiera tuvo ninguna intencion de sacar su celular para grabar la secuencia, solamente queria disfrutar del momento. El bajo de Gastón era profundo y sólido, el ritmo de Pato cantando marcaba el pulso de la noche, y la batería de Guido dibujaba cada melodía con una precisión casi hipnótica. Sus notas eran potentes, envolventes, y Lucía sonreía al escuchar cada canción familiar, llevada por la energía y la entrega de la banda en cada acorde.

Cuando la banda tocó una de sus canciones más emblemáticas "Por mil noches", el estadio se iluminó con las luces de miles de celulares. Desde su lugar, Lucía veía cómo todos levantaban sus manos y cantaban al unísono, en una especie de ritual colectivo. Era como si cada persona presente estuviera conectada, compartiendo un momento único. Lucía se dejó llevar por esa ola de emociones, cantando junto a los demás, y por un instante se olvidó de todo. Estaba rodeada de personas que sentían lo mismo que ella, y esa unión invisible la hizo sentirse completamente parte de algo más grande.

Y entonces, llegó uno de esos momentos únicos del concierto. Los acordes de "Colombiana" en conjunto con Guido encima del escenario alentanto la emocion y la locura de todos dentro de aquel pequeño estadio, comenzaron a sonar, y el estadio pareció estallar en una explosión de euforia y liberación. Era una de esas canciones que todos esperaban, una melodía intensa que despertaba en el público un deseo de ser completamente ellos mismos, sin reservas. A su alrededor, Lucía veía cómo muchas chicas se sacaban la remera en un gesto de absoluta entrega y despreocupacion, bailando al ritmo de la música y sintiendo la libertad en el aire, no conocia aquel ritual extraño pero no le molestó en absoluto. Sonrió, conmovida por esa autenticidad. Aunque no se unió, no se animaba, ver la espontaneidad y energía de los demás le generaba un profundo respeto y una conexión genuina con el momento. Sabía que solo quienes estaban ahí, en ese instante, podían comprender completamente la intensidad de esa canción y lo que significaba vivirla de esa manera.

Pero no contaba con que, desde el escenario, Guido había notado su presencia entre la multitud. Sus ojos la buscaron por un instante, y una sonrisa divertida se dibujó en su rostro al ver que ella era una de las pocas que no se había quitado la remera. Con un gesto, Guido comenzó a hacer señas desde el escenario, animándola a unirse al desparpajo del resto. Lucía se puso roja, no sabía si por el calor del lugar o por los nervios,  al notar que él la había visto y la estaba alentando de esa forma; el simple hecho de que Guido la hubiera identificado entre el público la hacía sentir expuesta y, al mismo tiempo, especial.

Dudó un segundo, pero al ver la expresión de Guido y su mirada que le decía "animate", sintió una especie de impulso. Con una sonrisa timida, se sacó a remera, aunque solo hasta quedar en corpiño. Los aplausos y vítores de los que la rodeaban fueron instantáneos, como si compartieran la complicidad de ese momento entre ella y Guido. Él asintió con una sonrisa aprobatoria, dándole un gesto de pulgar arriba desde el escenario, visiblemente divertido y orgulloso de que se hubiera animado, aunque fuera a su manera.

Telonera | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora