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Esa noche en el boliche seguía a pleno: luces de colores, música que vibraba en el aire y risas que llenaban el lugar. Después de un par de tragos, Lucía decidió tomarse un respiro y salió a la terraza para fumar un cigarrillo, habia perdido de vista a Pato desde hacia rato asi que no sabia bien donde estaba, Gaston lo siguió y Guido... Guido seguramente se habia ido con alguna mina de por ahi, tenia esa fama. El aire fresco le vino bien después de toda la adrenalina del show y el bullicio de la fiesta, así que encendió el cigarrillo, dejando que la calma de la noche la envolviera.

Unos segundos después, escuchó el sonido de una puerta abriéndose detrás de ella y giró la cabeza. Ahí estaba Guido, con esa sonrisa hermosa que solo él tiene y esa mirada intensa que parecía siempre saber un poco más de lo que dejaba ver. La miró, un poco sorprendido al verla con el cigarrillo en la mano.

—¿Así que fumás? —le dijo, cruzando los brazos y apoyándose en la pared de al lado de ella, claramente intrigado—. No te hacía fumadora, pero parece que la telonera tiene sus secretos.

Lucía se rió entre dientes, con ese tono entre desafiante y misterioso que le salía natural. —¿Ah, sí? Yo siento que sos muy de venir a estos lugares, no pense que verme fumar iba a sorprenderte, la verdad. Seguro le decís eso a todas. ¿O me equivoco?

Si no estuviese bajo los efectos del alcohol quizas nunca se hubiese atrevido a hablarle asi a Guido, ni a Pato, ni a Gaston, ni a nadie en general.

—Para nada —dijo Guido, riéndose, pero sin dejar de mirarla—. No a todas. Solo a las que me sorprenden de verdad.

Lucía desvió la mirada un segundo, sintiendo el cosquilleo de los nervios en la panza. Aunque intentaba hacerse la indiferente, la realidad era que Guido la tenía muerta. Entre la tonada y esa forma de mirarla, se le hacía difícil mantener la compostura. Se apoyó en la baranda de la terraza, dejando escapar una bocanada de humo al aire frío de la noche. Desde allí, la música del boliche se escuchaba como un murmullo lejano, aprovechó ese momento de calma para relajar los hombros y disfrutar de la vista de las luces de la ciudad.

—¿Desde cuándo fumás? —preguntó Guido acercandose aun mas, con una ceja levantada, sonriendo apenas.

Lucía lo miró con un poco de sorpresa, no se había dado cuenta de que poco a poco lo tenia cada vez mas cerca de ella. La pregunta la tomó desprevenida y soltó una risa breve. —¿Desde siempre? Deberia dejarlo, no esta bien fumar, pero no puedo evitarlo.

—Es que... no parece tu estilo —comentó él, como si realmente no lograra encajar la imagen de la chica tranquila y artística con la del cigarrillo entre sus dedos. No lo dijo de manera directa, pero sus ojos reflejaban un genuino interés, como si quisiera desentrañar algo sobre ella.

—Ah, claro. ¿Por qué? ¿Porque soy "una chica linda"? —replicó ella, imitando la forma en que muchos otros le habían dicho cosas similares. Era su manera de joderlo un poco y ver cómo respondía. Guido soltó una carcajada suave, entendiendo el juego sin caer en su trampa.

—Linda, sí, pero no es eso —respondió con tranquilidad, mirándola sin apartar la vista—. Es que das una impresión diferente, qué sé yo. De alguien más... no sé, menos rebelde.

—¿Eso pensas? —preguntó ella, dándole una pitada al cigarrillo con una expresión tranquila. La verdad, por dentro, sentía cada vez más nervios. Guido era increíblemente atractivo, y aunque no quería admitirlo, el simple hecho de que estuviera ahí, en la terraza, hablando con ella, la hacía sentir un poco más vulnerable y con ganas de tirarse a sus brazos y comerle toda la boca.

Guido la miró, y aunque sonreía, en su expresión había algo más profundo, algo que se escondía tras el brillo de sus ojos oscuros. —Uno siempre se equivoca al juzgar por las apariencias, ¿no?

Telonera | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora