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Para el último concierto en México, la atmósfera estaba cargada de nervios y nostalgia. El equipo y la banda sabían que, después de esta fecha, iban a poder tomarse un breve descanso antes de seguir con el tour, pero el vacío que había dejado Lucía seguía pesando. Guido, Gastón y Pato querían que esta noche fuera especial, tanto para ellos como para el público, que ya se había vuelto cómplice de su emoción en cada show.

Desde temprano, el equipo estaba ajustando cada detalle. Las luces, el sonido, los instrumentos… todo tenía que estar perfecto. La prueba de sonido se hizo casi en silencio; cada uno estaba concentrado en lo suyo, pero el pensamiento constante era el mismo: Lucía.

Mientras afinaban los últimos acordes y hacían los ajustes de las luces, Gastón miró a Guido, que estaba más serio de lo normal, ajustando su guitarra con una mirada concentrada. Sabía que este concierto, más que ninguno, iba a ser difícil para él.

—¿Todo bien? —le preguntó Gastón, rompiendo el silencio.

Guido levantó la vista y, después de una pausa, asintió.

—Sí… es solo que siento que Lucía tendría que estar acá. México obvio la rompe, pero… no es lo mismo sin ella. No puedo dejar de pensar en cómo le habría encantado estar acá y en cómo estaríamos ahora mirándola correr de acá para allá.

Gastón asintió y le dio un leve golpe en la espalda, queriendo transmitirle ánimos sin palabras. —Yo sé que la querés acá, todos la extrañamos, pero hoy a la noche noche también es para ella. Y los pibes lo saben. Vamos a darlo todo, como si ella estuviera mirando —le respondió, con una sonrisa sincera.

Ya entrada la tarde, el equipo empezó a recibir a los fans y preparar el escenario para la noche. Desde el backstage, los chicos escuchaban cómo los fans coreaban sus nombres y, una vez más, el de Lucía, pidiendo verla. Habían mantenido la promesa de dedicarle cada show, y este no iba a ser la excepción.

Guido se apartó por unos minutos y sacó su teléfono, mirando la última foto que se habían sacado con Lucía en Uruguay. Suspiró y guardó el celular antes de que la emoción le ganara. Había decidido dedicarle esa noche, tanto a ella como a todo lo que representaba su amistad, y su presencia en el escenario.

Cuando llegó la hora de vestirse, Guido, Pato y Gastón se pusieron sus outfits preparados, mirando sus reflejos en el espejo del camerino. El ambiente era normal, pero una chispa de adrenalina también empezaba a llenar el aire. Sabían que ese estadio estaba a punto de explotar de energía, y estaban listos para enfrentarlo.

Momentos antes de salir, Gastón se aclaró la garganta y miró a los chicos. —Che, último show en México. ¿Listos para romperla? —dijo con una sonrisa, queriendo levantar el ánimo.

—Más que nunca —respondió Guido, cerrando los puños con determinación.

Subieron al escenario, y el rugido del público los envolvió. Empezaron a tocar, y desde la primera canción, la energía del estadio era indescriptible. México los recibía con el mismo fervor de siempre, pero esa noche había algo especial en el ambiente, algo que todos podían sentir. Las canciones sonaban con una fuerza que parecía superar cualquier barrera emocional.

Durante el intermedio, Guido agarró el micrófono y, conteniendo la emoción, miró al público.

—Sé que muchos vinieron esperando ver a Lucía —dijo con la voz algo entrecortada—. Esta gira no está siendo la misma sin ella, y no pasa un solo día sin que pensemos en lo mucho que queremos que vuelva. Este show, y todos los anteriores, se los dedicamos a ella. Porque aunque no esté acá físicamente, siempre está en todo lo que hago.  Esto es para vos, Luz.

Telonera | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora