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La atmósfera en el estadio estaba cargada de expectativa cuando los chicos de Airbag subieron al escenario, listos para arrancar con el show. Las luces destellaban en sincronía con los primeros acordes del bajo, y la multitud gritaba con emoción. Guido, como siempre, buscó con la mirada a Lucía, esperando encontrarla entre el público o al menos en algún costado, donde se solía ubicar para disfrutar del concierto sin llamar la atención. Sin embargo, por más que escaneaba el lugar de arriba a abajo, no la veía por ningún lado.

Mientras tocaba los primeros acordes de la canción, una leve inquietud comenzó a formarse en su pecho. ¿Dónde estaba Lucía? Era raro que no estuviera ahí, y más después de que había dejado claro lo importante que era para ella compartir esos momentos. Trató de concentrarse en la música, pero la sensación de que algo no estaba bien le impedía disfrutar del escenario como de costumbre. Sus ojos volvían, casi de manera automática, a recorrer cada rincón del público y los costados del escenario entre canción y canción.

A mitad del concierto, en uno de los intervalos entre canciones, Guido se acercó a Gastón.

-Che, ¿no viste a Lucía? -preguntó en voz baja, tratando de disimular la preocupación en su tono.

Gastón se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia.

-Seguro está por ahí, boludeando como siempre. Ya la conocés -respondió con una sonrisa tranquilizadora antes de volverse al público ya que no era raro que Lucia estuviera dando vueltas por ahí, y levantando las manos para arrancar la próxima canción.

Guido intentó relajarse y seguir adelante, confiando en que seguramente Lucía aparecería en cualquier momento. Pero a medida que avanzaba el show, la preocupación empezaba a apoderarse de él. No podía evitar pensar en el desmayo que había tenido más temprano y en la palidez que había notado en ella durante la prueba de sonido. ¿Y si se sentía peor de lo que había admitido?

Los minutos pasaron y, cuando se dio cuenta de que el show estaba llegando a su fin sin haberla visto en toda la noche, el malestar en su pecho se intensificó. En el fondo, sabía que algo andaba mal. Apenas terminaron la última canción, Guido salió rápidamente del escenario, sin prestar atención a los aplausos ni a los gritos del público. Gastón y Pato lo siguieron, sorprendidos por su urgencia.

-¿Qué te pasa, loco? ¿Qué te agarró ahora? -le preguntó Gastón, confundido.

Guido lo miró, incapaz de ocultar la ansiedad en sus ojos. -No sé dónde está Lucía, Gastón. No estuvo en el show, no la vi en todo el recital, y me estoy empezando a preocupar en serio.

Fue en ese momento que un asistente de la producción, al escuchar la conversación, se acercó rápidamente. -¿Ustedes están buscando a Lucía? Porque hace un rato la llevaron al hospital -dijo, con un tono preocupado.

La sangre de Guido se heló al oír esas palabras.

-¿Al hospital? ¿Qué pasó? -preguntó, su voz reflejando una mezcla de miedo y urgencia.

-No sé bien. La encontraron desmayada y con dificultad para respirar. Dijeron que necesitaba atención médica urgente -explicó el asistente, mirándolo con seriedad.

Sin dudarlo, Guido tomó sus cosas y salió prácticamente corriendo hacia el auto que lo esperaba afuera, sin siquiera decirles nada a sus hermanos. La urgencia en sus pasos hablaba por sí sola. Gastón y Pato lo siguieron, preocupados pero decididos a acompañarlo.

En el trayecto al hospital, el silencio en el auto era abrumador. Guido apretaba las manos contra el volante, intentando no dejarse llevar por el pánico. La idea de que algo grave pudiera haberle pasado a Lucía le revolvía el estómago y aceleraba su corazón. ¿Por qué no le había insistido más para que comiera algo? ¿Por qué no había estado más atento a sus señales de cansancio?

Telonera | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora