Capitulo 19:La Historia de Jaime y el Guardián de los Puntos

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Jaime era un niño curioso de un pequeño pueblo rodeado de bosques. Siempre había oído las advertencias de sus padres sobre no adentrarse demasiado entre los árboles, pero su espíritu aventurero le empujaba a descubrir lo que se escondía más allá de los senderos conocidos. Un día, mientras jugaba a explorar, vio algo extraño: un destello entre las hojas, como si el bosque susurrara secretos solo para él.

Sin pensar en los peligros, Jaime decidió seguir ese brillo, confiado en que podría regresar en cualquier momento. Sin embargo, no tardó mucho en perder de vista el camino. El sol comenzó a descender y la luz del día se desvanecía entre las sombras de los árboles. De repente, se dio cuenta de que estaba completamente solo en el corazón del bosque.

El miedo se apoderó de él. El viento silbaba entre los troncos y las ramas se retorcían en formas extrañas. Jaime oyó susurros que parecían venir de todas partes, y sus piernas temblaban. Pero lo que más lo aterraba era la sensación de estar siendo observado.

Con el corazón acelerado, decidió intentar encontrar el camino de regreso. Mientras avanzaba a trompicones por el bosque, notó una figura extraña entre los árboles: alta, delgada, con largos tentáculos que parecían salir de su espalda. Era imposible ver su rostro. La criatura parecía surgir de la oscuridad misma, una sombra que se retorcía y se alargaba entre los árboles. Era Slenderman, una entidad que aterrorizaba a cualquiera que se aventurara demasiado en el bosque.

Jaime sintió que su cuerpo se paralizaba de miedo. Sus piernas ya no respondían, y las sombras que emitía aquel ser parecían atraparlo poco a poco, envolviendo el aire en un silencio mortal. Justo cuando Slenderman comenzó a acercarse, algo brilló entre los árboles. Un destello de colores rompió la penumbra.

De entre las sombras apareció otra figura, una igual de alta, pero vestida con un traje cubierto de puntos de colores brillantes. Llevaba un sombrero de ala ancha y su rostro estaba oculto tras una máscara con una sonrisa permanente. Era el Guardián de los Puntos. Aunque su apariencia también era inquietante, había algo diferente en él. Sus movimientos eran suaves y parecía flotar entre los árboles con gracia. Los puntos de su traje brillaban como luciérnagas en la noche.

El Guardián extendió su brazo hacia Jaime, ofreciéndole su mano. Jaime, temblando, no estaba seguro de si confiar en él. Pero cuando vio que los tentáculos de Slenderman retrocedían ante la presencia del Guardián, supo que no tenía otra opción. Con cautela, tomó la mano del ser de los puntos.

En el momento en que sus manos se tocaron, Jaime sintió una calma inesperada. Los susurros desaparecieron y el frío que había sentido se desvaneció. El Guardián lo guió con paso firme, alejándolo de las sombras que Slenderman dejaba tras de sí.

Mientras caminaban por el bosque, la oscuridad que había sentido al principio se fue transformando. Los árboles comenzaron a llenarse de colores brillantes, como si el mismo bosque respondiera a la presencia del Guardián. Flores que nunca antes había visto florecían a su paso, y mariposas de todos los colores revoloteaban a su alrededor. El Guardián no dijo una palabra, pero Jaime sabía que estaba a salvo.

Después de un largo paseo, llegaron a un claro del bosque que Jaime nunca había visto. Un lugar lleno de luz, con un arroyo cristalino y un campo de flores. Allí, el Guardián se detuvo y, con una leve inclinación de cabeza, señaló el camino de regreso al pueblo.

Jaime miró al Guardián por última vez antes de correr hacia su hogar. Sabía que lo que había vivido era real, y que ese ser, aunque aterrador al principio, era su protector. Mientras corría, pudo escuchar nuevamente los susurros de Slenderman, pero esta vez sabía que mientras el Guardián de los Puntos estuviera cerca, nada le haría daño.

De vuelta en casa, Jaime le contó la historia a sus padres, quienes lo abrazaron con fuerza, agradecidos de tenerlo de regreso. Desde ese día, Jaime nunca volvió a adentrarse solo en el bosque, pero sabía que, si alguna vez se perdía de nuevo, el Guardián de los Puntos siempre estaría allí para protegerlo de las sombras que acechaban entre los árboles.

La leyenda del bosque se hizo aún más fuerte: dos seres vagaban en la oscuridad, uno para causar terror y otro para salvar a los perdidos.

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