Especial 80 Historias: El Concilio de la Oscuridad

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Especial 80 Historias: El Concilio de la Oscuridad

El sol se extinguió en Taiga, dejando la tierra sumida en la penumbra. Los héroes y monstruos, seres de las sombras y luces, se reunieron en un lugar que parecía fuera de la realidad misma: un espacio donde el tiempo y el espacio se distorsionaban.

Había algo en el aire, algo que sentían todos los presentes: el último enfrentamiento estaba cerca. El Sombrío, la criatura nacida del egoísmo y la oscuridad del Hadgot, se encontraba en el centro de este espacio, rodeado de las fuerzas que habían marcado la historia de Taiga. Sus ojos, vacíos de humanidad, brillaban con odio y venganza.

“Hoy será el final, Sombrío”, dijo el Hadgot con una voz que resonaba como ecos en las cavernas de la dimensión del Infierno.

El Sombrío miró hacia él, sonriendo fríamente. “No puedes detenerme. He estado esperando este momento. Todos sufrirán, todos serán consumidos por las sombras.”

Desde la oscuridad, Sombra Castigadora emergió, un ser nacido del equilibrio entre luz y oscuridad, el primero en enfrentarse al Sombrío. Su forma era etérea, una figura de sombras y destellos de luz que lo hacían casi imposible de percibir. Con cada movimiento, parecía que las sombras mismas obedecían sus órdenes.

“Mi destino no es servirte, Sombrío”, dijo Sombra Castigadora, preparándose para la batalla. “Has osado quebrantar el equilibrio. Ahora te enfrentarás a la justicia.”

Pero el Sombrío no estaba solo. Alrededor suyo, como guardianes de la oscuridad, los monstruos que habían surgido a lo largo de las historias de Taiga se alinearon. Godhat, en su forma de luz maldita, se adelantó con una intensidad cegadora, su poder tan puro como la maldad misma, y un resplandor de sombra oscura se disipó de su cuerpo, como si toda la luz estuviera siendo absorbida por el abismo.

“No te confundas”, dijo Godhat, su voz resonando como el choque de estrellas moribundas. “No soy un simple portador de luz. Soy la luz que consume las sombras.”

Mientras Godhat avanzaba, Asus, el mosquetero con su lealtad inquebrantable, empuñó su espada, dispuesta a defender lo que quedaba de la esperanza en Taiga. A su lado, el Hardware se transformó en su forma más poderosa: La Sombra de la Muerte, un poder abrumador que desbordaba de oscuridad pura, dispuesto a deshacer todo lo que el Sombrío había hecho.

La batalla comenzó con la fuerza de un cataclismo. Las sombras chocaron contra la luz, y el aire se llenó de explosiones de poder y energía. Cada golpe de Sombra Castigadora hacía temblar la tierra, mientras el Sombrío aprovechaba cada oportunidad para atacar desde las sombras, con una sed insaciable de venganza.

“¡Sufran!” gritó el Sombrío, su voz eco de la desesperación. “El universo será devorado por las sombras. No hay salida.”

Pero, mientras él hablaba, Sombra Castigadora lanzó un ataque final, su forma fusionándose con la oscuridad y la luz a la vez, uniendo fuerzas con el Hadgot y el Godhat. Una explosión de energía pura se desató, sacudiendo las dimensiones y creando una brecha en el tejido de la realidad misma.

El Sombrío cayó al suelo, atrapado en la oscuridad infinita, mientras el Hadgot, con un gesto de poder absoluto, lo sellaba en un vacío sin fin.

“Tu venganza termina aquí”, dijo el Hadgot. “Has quebrantado las reglas. Ahora, serás parte de lo que has creado.”

Los héroes, agotados pero victoriosos, miraron el horizonte. Taiga, el Continente Supremo, había sido salvado una vez más, pero sabían que el equilibrio que habían restaurado era frágil. El Sombrío, aunque derrotado, seguiría acechando en la oscuridad, esperando una nueva oportunidad.

Y así, en el especial de las 80 historias, la batalla contra el abismo continuó, dejando a los héroes en la eterna vigilancia del destino de Taiga.

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