El Final de la Historia del Escritor
El escritor había intentado todo para equilibrar las fuerzas de su universo. Había creado mundos enteros, repletos de héroes y villanos, pero ninguno alcanzaba la armonía. Cada historia que escribía se torcía hacia el caos, y su desesperación crecía con cada palabra. Finalmente, llegó un punto en el que su pluma se detuvo. No pudo escribir una línea más.
Sin esa última escritura, el universo que había creado comenzó a colapsar. La oscuridad, que había permanecido latente por tanto tiempo, se desató. Criaturas de pura maldad escaparon de las páginas, arrasando todo a su paso. Los héroes intentaron resistir, pero la marea de destrucción era imparable. El escritor observaba impotente cómo sus mundos, los mismos que había creado con tanto esfuerzo, se convertían en ruinas.
Al darse cuenta de que no podía arreglarlo por sí mismo, el escritor buscó ayuda en su más poderosa creación: el Hadgot. Un ser antiguo y temido, forjado por las fuerzas de la oscuridad, pero también un protector del equilibrio. El Hadgot había sido testigo de todo, y aunque sus habilidades eran vastas, solo un ser específico podía ayudar a restaurar lo que se había perdido.
Entonces, el escritor invocó al Hadgot. Este apareció en la dimensión del escritor, con su presencia opresiva, pero también con un aire de sabiduría inquebrantable. Miró al escritor, reconociendo la gravedad de la situación.
—Lo intentaste, pero no pudiste —dijo el Hadgot, su voz resonando en la mente del escritor—. La energía que has dejado escapar está más allá de tus manos. La oscuridad se ha descontrolado.
—¿Qué debo hacer? —preguntó el escritor, su voz llena de desesperación.
—Es hora de llamar a Leo —respondió el Hadgot—. Él es la clave para restaurar el equilibrio.
Leo había sido un joven especial, alguien que había sido protegido por el Hadgot desde que era niño. Había sido testigo de las sombras que acechaban a su mundo, pero nunca había entendido su rol en todo esto. Había besado a la dama del Deseo Perdido, lo que le permitió entrar a este universo, un paso crucial que lo marcó como el único capaz de absorber la energía desbordante que había corrompido todo.
El Hadgot se acercó a Leo, quien aún no comprendía la magnitud de lo que ocurría. El escritor había creado a Leo en su mente, pero era el Hadgot quien realmente lo había guiado hacia su destino.
Con un simple gesto, el Hadgot transfirió parte de su esencia a Leo, convirtiéndolo en el recipiente perfecto para canalizar la energía que estaba destruyendo todo. En ese instante, Leo comenzó a brillar con una intensidad cegadora, su cuerpo se transformó, fusionándose con la energía descontrolada, convirtiéndolo en El Sabio, un ser de luz y poder humanoide, capaz de equilibrar lo que estaba fuera de lugar.
Pero Leo no perdió su humanidad. Aunque ahora era El Sabio, podía volver a su forma humana cuando lo deseara. Con su nueva forma, Leo no solo era capaz de manipular la energía, sino que también podía restaurar la armonía entre las fuerzas de la luz y la oscuridad, devolviendo a cada ser su lugar en el cosmos.
El Sabio comenzó a recorrer el universo creado por el escritor. No solo detuvo la marea de oscuridad, sino que también sanó los mundos, restaurando la paz donde había reinado el caos. Cada vez que la oscuridad intentaba resurgir, el Sabio estaba allí, equilibrando las fuerzas, redirigiendo la energía hacia el bien.
El escritor observaba desde su dimensión, maravillado por la transformación de Leo, quien había absorbido la energía desbordante y la había convertido en una fuerza de equilibrio. Agradecido y aliviado, el escritor comprendió que, aunque no pudo controlar todo, había creado al ser adecuado para devolver el equilibrio al universo.
Cuando todo terminó, Leo regresó a su forma humana, ahora un joven con una sabiduría infinita en sus ojos. El escritor se acercó a él, reconociendo su poder y su sacrificio.
—Gracias, Leo —dijo el escritor con voz temblorosa—. Has salvado todo lo que he creado.
Leo sonrió suavemente, su rostro reflejando tanto la humanidad como la luz infinita del Sabio.
—No hay necesidad de agradecer —respondió—. Esto no es solo para ti, es para todos. El equilibrio siempre debe ser mantenido.
Con esas palabras, Leo regresó al mundo humano, sabiendo que siempre sería llamado para restaurar el equilibrio siempre que el caos amenazara con desbordarse. El escritor, por su parte, comenzó a escribir una nueva historia, consciente de que ahora había aprendido el verdadero significado de equilibrar el bien y el mal.
El escritor había llegado al final de su historia… pero el universo seguía vivo, y la luz del Sabio brillaba, manteniendo la paz por toda la eternidad.
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La Casa de las Historias de Terror.
Paranormaleson muchas historias de terror en un solo libro, pero puede haber historias que se conecten. Pero recomiendo leer como lo he puesto