Capitulo 24: La Leyenda del Fántido

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En los pueblos antiguos, circula una leyenda sobre una criatura espeluznante que aparece en las noches sin luna: el Fántido. Se dice que es una criatura mitad serpiente, mitad rata, y mitad espectro, con una forma cambiante y el espíritu de un hombre malvado. Según los relatos, el Fántido fue un criminal despiadado en vida, un hombre oscuro que sembraba miedo y odio en quienes lo rodeaban. Tras su muerte, su espíritu se transformó en esta espantosa amalgama, atrapado entre el mundo de los vivos y los muertos, buscando a quienes más ama la gente: las madres y abuelas, como si quisiera arrancar el calor y la dulzura que él nunca conoció.

El Fántido acecha en la oscuridad, cerca de los hogares donde aún habitan madres y abuelas que cuidan de sus familias. No es fácil verlo venir; su cuerpo es escurridizo, con escamas húmedas que reflejan la luz de manera extraña, como si flotara en las sombras. Su cola de serpiente le permite deslizarse sin hacer ruido, mientras su cabeza con rasgos de rata se asoma en los rincones, observando y olfateando el ambiente en busca de sus víctimas.

Una noche, una madre escuchó un susurro inquietante en el cuarto de sus hijos. El sonido, un leve roce y un susurro casi imperceptible, parecía venir del rincón más oscuro. Al encender la luz, no encontró nada; pero al apagarla, volvió a sentir esa presencia, esa sensación de que algo se movía lentamente en la penumbra. Fue entonces cuando, en un breve destello de relámpago, vio los ojos brillantes del Fántido, un destello dorado que la miraba con una frialdad inhumana, casi burlona.

Las personas que sobreviven a un encuentro con el Fántido dicen que no hay nada más aterrador que su susurro, un siseo que penetra en la mente y que, según dicen, refleja los pensamientos más oscuros y temores más profundos de quien lo escucha. A la mañana siguiente, aquellos que sobreviven a su presencia sienten un frío inexplicable en la piel, como si la criatura se hubiera llevado parte de su alma.

Desde entonces, los habitantes de estos pueblos advierten a sus hijos y nietos que, en noches de luna nueva, cuando las sombras son profundas y el silencio se siente pesado, cierren bien puertas y ventanas. Dicen que si escuchas el susurro del Fántido en la oscuridad, lo mejor es quedarte quieto, pues tal vez, solo tal vez, pase de largo y busque otra víctima.

Pero si te quedas despierto y desafías al Fántido, puede que te mire a los ojos... y nunca te deje ir.

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