Habían pasado 9 años desde que Takemichi se fue de Japón y empezó a estudiar en Estados Unidos. Actualmente el ojiazul tenía 26 años de edad, y algunas cosas habían cambiado desde entonces.Su cabello teñido volvió a la normalidad, de color azabache brillante. Sus facciones eran un poco más maduras, aunque de cierta forma seguía viéndose muy joven.
Su estilo de ropa no era el mejor, pero también se veía bien.
Pero había ganado su título como maestro infantil, y había estado cuidando como director y maestro de un pequeño orfanato a las afueras de New York, siendo reconocido por su gentileza y facilidad con la que trataba a sus niños.
A los niños les enseñaba desde inglés hasta japonés, francés, español y un poco de coreano, pues mayormente le habían enseñado mucho inglés, francés y español en la universidad. También les enseñaba a cocinar, limpiar, coser, planchar y pintar.
Cada vez que llegaban familias para adoptar a algún niño, Takemichi se aseguraba de que estos tuvieran los requisitos necesarios para cuidar y darles una gran vida a los pequeños. La mayoría de las veces le iba muy bien, regularmente visitando a las familias y los niños, pero otras veces tenía que rechazarlos porque no cumplían con sus expectativas.
Takemichi sabía que un niño adoptado no es lo mismo a un niño que hayas tenido por ti mismo, pero para él toda persona en esta vida necesita aunque sea un padre, madre, hermano o hermana que lo vean como uno más a su línea sanguínea.
Llego a ganar algunos reconocimientos por su arduo trabajo e incluso salio en algunas noticias estadounidenses para promocionar a los padres a adoptar a un niño.
Pero no todo era tan feliz para Takemichi.
En el tercer año de universidad alguien robo su teléfono, donde almacenaba todo contacto con los niños que cuidaba en Japón, su familia y amigos. Lastimosamente no se acordaba de ninguno de los números telefónicos, por lo que al cuarto año perdió total contacto con ellos.
Intento enviar cartas, pero el servicio era tan malo que nunca supo si en verdad les llegaron o no.
Pasaba noches en vela pensando en todas las personas importantes que habían estado en Japón, desde su abuela hasta el día en que salvo a unos niños de un incendio pocos días antes de irse de su tierra natal.
Con el paso del tiempo le llegó una noticia a su nuevo teléfono, donde decía que una anciana de Japón recientemente había fallecido por causas naturales, vejez en este caso. Y al ver la foto de la fallecida su corazón se hundió, pues quien había fallecido fue su abuela, a sus ojos su madre.
Se lamento por no poder estar ahí y cuidar de Kazutora, quien debía estar tan devastado como él.
Pero en esos momentos no tenia el dinero ni los recursos necesarios para viajar de vuelta a Japón, más cuando sus estudios se volvían cada vez más pesados. Así que con mucho dolor continuo estudiando hasta que se graduó y empezó a comenzar con su sueño anhelado.
Y ahora, después de 9 largos años, al fin volvería a Japón.
Aeropuerto de San Francisco
Al mirar en la pantalla de su teléfono la hora supo que faltaban 30 minutos para que su vuelo despegue, estaba cerca de la puerta de embarque, por lo que solo tendría que caminar en el momento justo y sentarse en su respectivo asiento.
- Ha pasado mucho tiempo, pero todo valió para algo. - se dijo a si mismo.
Había contratado a excelentes trabajadores y cuidadores en su tiempo como director, quienes ahora estaban cuidando del orfanato en su ausencia. Ganó mucho dinero, dinero que se uso responsablemente para el cuidado y bienestar de los niños, sus gastos necesarios y la posibilidad de comprar el boleto de avión para ir de vuelta a Japón.
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♡◇ Soy un Niñero◇♡ ● AllxTakemichi●
RomanceTakemichi necesita pagar las deudas de su casa y escuela, para eso sus amigos lo convencen de trabajar de niñero. Su negocio prosperaba de manera rápida y a los niños que cuidaba terminaban encantados con Takemichi, pero cuando Takemichi sale de Jap...