Cap 15

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Benjamin

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—¿Realmente a qué juegas, Ben? —me pregunta mi padre, su tono lleno de enojo mientras me observa con dureza.

Nathaniel sigue tocando el piano en el fondo, pero puedo sentir su tensión al escuchar la conversación.

—Les estoy diciendo que no juego a nada, padre. Mal no es un juego —respondo, exasperado, intentando hacerles entender.

Nathaniel deja de tocar y, en voz baja, pero lo suficientemente fuerte como para que lo escuche, dice—: Dejaste a una persona muy valiosa por alguien a quien apenas conoces.

—No te metas, Nathaniel —le digo con frialdad, mirándolo fijamente.

—Me meto porque me importa —responde, apartándose del piano—. Lastimaste a la persona a quien jurabas amor. Dices amar a Mal, pero ¿por qué no te creo cuando lo dices?

—Hijo, reacciona y vuelve con Aurélie —interviene mi padre, su voz implacable—. Ella es mejor que todas las princesas.

—Pero yo… no la amo —le respondo, sintiendo una mezcla de rabia y frustración.

—Eso no era lo que me decías hace unas semanas, cuando te lo pregunté —replica él, sin ceder.

—¡Las personas cambian! —grito, perdiendo el control.

—No me alces la voz —me advierte, imponente—. Sigo siendo el rey y, sobre todo, tu padre.

—Por favor, no discutan, siempre hay otras formas —interviene mi madre, su voz suave, intentando calmar la tensión que llena la habitación.

Sus palabras parecen flotar en el aire, pero nadie parece dispuesto a ceder.

—No puedo quedarme callado, Bella —replica mi padre, sin quitarme la mirada de encima—. Ben tiene que entender que las decisiones que toma no solo lo afectan a él. Todo esto afecta a nuestra familia.

—Lo sé, Adam, pero enfrentarlo de esta forma no ayudará —mi madre insiste, mirándome con una mezcla de preocupación y comprensión—. Ben, sabes cuánto te queremos, solo queremos que seas feliz, pero también que seas justo con quienes te rodean.

Siento que mis manos tiemblan, y evito la mirada de ambos.

—No estoy jugando, mamá —le digo, tratando de sonar seguro, pero incluso yo noto el peso de mis propias palabras.

Nathaniel suelta un suspiro de frustración y, sin decir una palabra más, se da la vuelta y sale de la habitación, cerrando la puerta detrás de él con un poco más de fuerza de la necesaria. Siento el impacto de su partida; me queda claro que está decepcionado y no tiene intención de escuchar más.

La habitación queda en silencio por un momento. Mis padres me observan, y aunque mi madre parece preocupada, mi padre sigue con ese semblante severo. La presión en mi pecho aumenta, pero trato de mantener la compostura, aun cuando la partida de Nathaniel me afecta más de lo que quiero admitir.

Mi padre intenta hablar de nuevo, su voz firme intentando romper el silencio que Nathaniel dejó al irse.

—Ben, todavía no hemos terminado esta conversación…

Pero no puedo quedarme ahí ni un segundo más. Sin mirar atrás, me doy la vuelta y salgo de la habitación antes de que pueda decir algo más. Camino rápidamente por el pasillo, sintiendo la tensión en cada paso, hasta que finalmente llego a mi habitación y cierro la puerta tras de mí.

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