Mi Hermosa Rhee

Capítulo quince

Carl Grimes

Había cometido un grave error, un horrible y estúpido error, sabía que si le decía a mi esposa sobre el mapa y la lista se encapricharia con ellos.

-Me gusta tu cabello.-Dije sonriendole.-Me gustas tu.-Sus mejillas se enrojecieron y una sonrisa se dibujo en sus labios

-No trates de hacerme olvidar que tiene en manos algo muy importante lara mi.-Dijo borrando su sonrisa y mirandome sería.-Pero también me gustas.-Dijo.-Me gusta, me gusta tu pelo, tu me caes mal.-"Corrigio" y aclaro sentándose en mis piernas.

-Tampoco eres mi persona favorita.-Respondí dándole un beso.

-Hueles a feo, hueles a muerto que se murió cuando estaba vivo.-Dijo acostándose a mi

-Feo te huele la cola.

-Pues lipiamela idiota.-Contestó riendo.-Pero encerio Carl, ¿A que mierda hueles?

-Creo que fue cuando tres caminantes calleron encima mio.-Dije recordando lo que había pasado

-¿Como porque puercas madres te cayeron tres caminantes encima?-Pregunto sería

-Vi a un señor corriendo ellos, mi papá por poco lo mata en una gasolinera, volví a buscarlo, se iba a morir.

-Te perdono, adios.-Se despidió levantándose de mis piernas y yendo a la cocina.

Lo del hombre era también un secreto, se supone que lo rendiría en una alcantarilla hasta que papá entendiera qué yo no soy un animal sin corazón como el.

Pero ella es mi esposa, no le puedo ocultar nada, bueno, solo algunas cosas, pero si se las oculto es por su bien

Tomw unas cosas de la cocina y salí de Alexandria, me metí a la alcantarilla donde se encontraba el hombre para entregarle un poco de comida

-Les dijiste?-Pregunto nervioso partiendo el chocolate a la mitad

-No puedo, se que me meteré en un problema, les diré dentro de poco, no dejaré que vivas en una alcantarilla toda la vida.-Respondí

Siddiq me dio un pedazo de chocolate qué comimos muy gustosos.

-Necesitamos doctores, mi esposa tarde o temprano dará a luz, no hay nadie que sepa de esas cosas.-Dije mirándolo

-¿No eres muy joven para wstar casado y estará punto de ser papá?-Pregunto riendo

-Créeme que ser papá y estar casado es lo mejor que me pudo haber pasado, haberme cruzado con ella fue lo mejor que me sucedio, nunca imagine que la primera niña de la que me enamoraría sería mi esposa y la madre de mi bebé.

-¿Como es ella Carl?-Pregunto

-No hay palabras que puedan describirla, es tan hermosa Siddiq, sus ojos son azules como el cielo, tiene un brillo que me encanta y que no me gustaría que desapareciera, sus mejillas se ruborizan por gualquien cosa, sus labios Siddiq, son perfectos, besarlos me da años de felicidad, su pelo es perfecto, es tan largo y claro y su personalidad es tan difícil de expresar.-Suspire un poco.-Es la persona más dulce, pura y buena que pueda existir, pero también es la persona más fuerte que pude conocer, esa mujer puede incendiar toda una comunidad estando embarazada, de echo lo hizo hace un mes. Créeme que no te gustaría tenerla de enemiga, Hannah no tiene limites y eso me gusta, es este mundo los caminantes no son el único peligro.

-Me estas diciendo que tu esposa incendio una comunidad com una panza de 7 o 6 meses?-Asentí orgulloso.-Esta loca.

Ambos reímos un poco y continuamos platicando

-Cuéntame de ti Siddiq.

-No hay mucho que contar, caso siempre fui un fracasado que odiaba trabajar y que solo estudiaba los fines de semana una profesión que no sabía si le gustaba.

-Mi madre siempre estuvo alentandome y presionando para superarme, pero nunca le hize caso,el dia que decidí ser alguien nuevo, el mundo we fue al carajo, después de 4 años sobreviviendo con mi madre, la perdí, corrimos y corrimos pero la horda nos acorralo, se sacrifico y me entrego un papel que tenia escrito algo, algo que hasta el día de hoy lo recuerdo "Mi piedad prevalece sobre mi ira" murió por mi culpa, hoy no la disfrute como me gustaría hacerlo echo

-Mi madre también murió salvándome....-Dije mirándolo con tristeza.-Le dispararon en la frente mientras intentaba salvarme de un ataque a nuestro hogar.

Ninguno dijo nada, ambos sabíamos que el recuerdo y el dolor nunca se iría, ambos sabíamos que el remordimiento y la culpa nos perseguía.