Los días que siguieron a la salida a la playa fueron un torbellino para Marco. Cada momento en el que no estaba con sus amigos, su mente se llenaba de pensamientos sobre Adrián, sus palabras y la conexión inexplicable que había comenzado a formarse entre ellos. La incertidumbre lo envolvía, haciéndolo cuestionar no solo sus sentimientos hacia Adrián, sino también su propia identidad.
A medida que pasaban las semanas, Marco notó que sus interacciones con Adrián se volvían más frecuentes. Comenzaron a enviarse mensajes a menudo, compartiendo música, películas y experiencias cotidianas. Marco sentía una mezcla de alegría y ansiedad, sabiendo que cada conversación los acercaba más, pero también lo llenaba de dudas. ¿Realmente estaba preparado para abrir su corazón?
Una tarde, mientras caminaban juntos por el campus, Adrián detuvo a Marco en un rincón tranquilo rodeado de árboles y flores. El sol de la tarde iluminaba el lugar con un cálido resplandor.
—Oye, Marco, he estado pensando en lo que hablamos la otra noche en la playa —comenzó Adrián, con una expresión seria en su rostro.
Marco sintió que el corazón le dio un vuelco. Aquello podía ser el momento en que todo cambiaría, pero no estaba seguro de si estaba listo para eso.
—Sí... ¿qué pasa? —preguntó, intentando mantener la calma, aunque su voz tembló un poco.
—Quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites. Pero también quiero ser honesto contigo —dijo Adrián, mirándolo intensamente—. No quiero que te sientas presionado. Si necesitas tiempo, lo entiendo.
Las palabras de Adrián resonaron en el aire, llenando el espacio entre ellos de una carga emocional palpable. Marco sintió que la presión aumentaba en su pecho. Se estaba abriendo una puerta, y no estaba seguro de estar listo para cruzarla.
—Adrián, yo... —comenzó a decir, pero se interrumpió. En su mente, las palabras luchaban por salir, pero el miedo a lo desconocido lo paralizaba.
—¿Es por la relación que tenemos? —preguntó Adrián, con la voz suave pero firme. —Porque yo no quiero arruinar nuestra amistad.
Marco sintió que la confusión lo envolvía. En un momento de sinceridad, decidió ser honesto. No podía seguir escondiendo lo que sentía.
—No es solo eso. Me asusta... todo esto —admitió, sintiéndose vulnerable—. Nunca he sentido algo así por alguien, y no sé qué hacer con esto.
Adrián lo miró con una mezcla de comprensión y ternura.
—Marco, lo que sientes es válido. Es normal tener miedo, pero no tienes que enfrentarlo solo. Estoy aquí, y quiero que sepas que no tienes que tener todas las respuestas ahora mismo —respondió Adrián, acercándose un poco más.
En ese instante, Marco sintió una conexión que lo atravesaba. ¿Era posible que lo que estaba sintiendo fuera real? Se sintió impulsado a dar un paso adelante.
—Me gustas, Adrián. Y no sé qué significa eso exactamente, pero no puedo seguir negándolo —dijo Marco, las palabras fluyendo con una honestidad renovada.
Adrián sonrió, y en ese momento, el mundo pareció desvanecerse a su alrededor. Era como si todo lo que los rodeaba hubiera dejado de existir.
—Yo también me gustas, Marco. Desde la primera vez que hablamos —admitió Adrián, su voz apenas un susurro, lleno de emoción.
La tensión en el aire se transformó en algo más, una conexión palpable que les llenó de valentía. Marco sintió que, por fin, podía respirar. Con un impulso que no pudo contener, dio un paso más cerca y, sin pensarlo, tomó la mano de Adrián. La calidez de su contacto encendió algo dentro de él, una chispa de esperanza.
—Entonces, ¿qué hacemos con esto? —preguntó Marco, su voz un poco más segura ahora.
Adrián sonrió, y sus ojos brillaron con una mezcla de emoción y alivio.
—Podemos tomarlo con calma. No hay prisa. Lo importante es que sepas que estoy aquí, y que estoy dispuesto a explorar esto contigo —respondió, acariciando suavemente la mano de Marco.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la conexión que se había forjado entre ellos. Marco sentía que una parte de él, que había estado dormida, despertaba. Era un sentimiento nuevo y emocionante.
Sin embargo, al día siguiente, mientras Marco intentaba concentrarse en sus estudios, la realidad lo golpeó con fuerza. Las inseguridades comenzaron a surgir nuevamente. ¿Cómo se lo diría a sus amigos? ¿Qué pasaría si no aceptaban su relación con Adrián? ¿Y si esto significaba que debía enfrentar su propia identidad de una manera que nunca había hecho antes?
Se sintió abrumado, incapaz de concentrarse en nada más que en su creciente ansiedad. Se le ocurrió que tal vez era mejor distanciarse un poco, tomarse un tiempo para pensar.
Esa tarde, decidió no asistir a la reunión habitual con sus amigos. Se quedó en su habitación, sintiéndose perdido y confuso. Mientras miraba por la ventana, vio a sus amigos riendo y disfrutando. Una parte de él deseaba unirse a ellos, pero la otra se sentía atrapada en una espiral de dudas.
Fue entonces cuando recibió un mensaje de Adrián: "¿Estás bien? Te extraño. Estoy aquí si necesitas hablar".
Marco se sintió como un torbellino de emociones. ¿Por qué era tan complicado? Respondió de inmediato: "Sí, estoy bien. Solo un poco cansado". Pero en su interior, sabía que no era así.
A la noche siguiente, mientras estaba en su cama, su mente no dejaba de regresar a la conversación que había tenido con Adrián. Las palabras que habían compartido resonaban en su cabeza, dándole vueltas y más vueltas. ¿Era posible que esta conexión fuera real? ¿Qué pasaría si se atrevía a dar un paso más allá, incluso con todos sus miedos?
Finalmente, decidió que necesitaba hablar con Adrián. Se armó de valor y le envió un mensaje: "¿Podemos vernos? Creo que necesito hablar contigo".
La respuesta llegó rápidamente: "Claro, ¿cuándo y dónde? Estoy aquí para ti".
Esa noche, mientras caminaba hacia el lugar donde habían decidido encontrarse, Marco sentía una mezcla de nervios y emoción. Sabía que debía enfrentarse a sus miedos, y aunque el camino no sería fácil, sentía que con Adrián a su lado, tal vez podría encontrar la claridad que tanto necesitaba.
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Entre susurros y miradas
Teen FictionA sus 20 años, Marco creía tener su vida perfectamente definida: sus estudios de arte, su grupo de amigos de toda la vida y su camino claro hacia el futuro. Pero todo cambia cuando conoce a Adrián, un compañero de clase carismático y seguro de sí mi...