capítulo 17

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Ya ambos se habían despertado y, después de unos momentos compartidos entre susurros y sonrisas, decidieron ir a bañarse, cada uno por su lado. Jungkook fue primero, tomando una ducha rápida mientras en su mente repasaba los eventos de la noche anterior. Había algo indescriptible en el modo en que se sentía; era una mezcla de paz y emoción que lo mantenía en un constante estado de felicidad. Una vez listo, se puso la misma ropa del día anterior y esperó a que Jimin terminara de prepararse en la habitación.

Cuando al fin estuvieron ambos listos, bajaron juntos a la cocina, intercambiando miradas llenas de complicidad y una sonrisa que sólo ellos podían entender. A medida que bajaban las escaleras, sus pasos resonaban suavemente en la casa, y la expectativa de encontrarse con la madre de Jimin les hizo detenerse unos segundos. Pero al encontrar la casa en silencio, se dieron cuenta de que ella ya se había ido a trabajar, y soltaron un suspiro de alivio, lo que hizo que el ambiente cambiara a uno de absoluta calma.

Jimin, con una sonrisa traviesa, se acercó a la cocina y comenzó a sacar ingredientes para el desayuno.

-Hoy no te vas a salvar, Kookie -dijo, fingiendo un aire serio-. Vas a ayudarme a preparar esto.

Jungkook rió, encantado por la dulzura en la exigencia de Jimin, y se puso a su lado, listo para colaborar. Trabajar juntos en algo tan cotidiano como el desayuno se sentía como un ritual precioso, algo que podía volverse parte de su día a día. Cada vez que Jungkook tropezaba en la cocina o no sabía cómo manejar algo, Jimin se reía y se acercaba para ayudarlo, guiando sus manos y disfrutando de cada toque accidental, de cada mirada divertida.

Era un juego de miradas y gestos que hacía que el ambiente se llenara de cariño puro. Jungkook se hacía el ofendido cada vez que Jimin lo corregía, pero la verdad es que adoraba esos pequeños momentos en que Jimin, con un toque suave en su mano o una sonrisa alentadora, le enseñaba a hacer las cosas con paciencia y amor. Esa cercanía, la delicadeza de cada gesto, hacía que sus corazones latieran en sincronía.

Finalmente, después de algunos intentos y muchas risas, lograron preparar un desayuno sencillo pero especial. Se sentaron frente a frente en la mesa, y el silencio que se creó no era de incomodidad, sino de una paz compartida que ambos entendían perfectamente. A cada bocado, cada uno observaba al otro, como si cada segundo juntos se grabara en sus memorias.

Mientras comían, Jungkook notó que Jimin lo miraba de reojo, con una mezcla de curiosidad y algo de timidez. Sabía que Jimin debía tener mil preguntas sobre Venom, sobre lo que había ocurrido la noche anterior. Aunque Jimin no había dicho nada, respetando su espacio, Jungkook podía sentir la curiosidad en sus ojos, la misma curiosidad que se mezclaba con una pizca de temor.

Con una sonrisa suave, Jungkook bajó el tenedor y tomó la mano de Jimin sobre la mesa, entrelazando sus dedos con ternura. Lo miró a los ojos y, en voz baja, le dijo:

-Sé que tienes muchas preguntas, bonito. No me molesta en lo absoluto. Pregúntame lo que quieras; estoy aquí para contártelo todo.

Jimin lo miró sorprendido, como si no pudiera creer que Jungkook estuviera realmente dispuesto a abrirse y compartir algo tan delicado. Había querido saber más, claro, pero no quería ser invasivo. Sin embargo, escuchar esa disposición de Jungkook, esa confianza absoluta, le hizo sonreír con un alivio sincero y sus ojos brillaron con una mezcla de emoción y ternura.

-¿En serio, Kookie? -preguntó, como si la idea de tener a alguien que lo entendiera en todo sentido fuera un sueño hecho realidad.

Jungkook asintió y, sin soltar su mano, acarició sus dedos con el pulgar, un gesto suave y lleno de amor.

-Sí, amor. No hay nada que me preocupe compartir contigo. Tú eres la única persona que quiero que entienda esta parte de mí... incluso si no es fácil de comprender.

VENOM EN EL ALMA | KOOKMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora