capítulo 11

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Los días pasaban, y aunque Jimin poco a poco iba recuperándose, había momentos en los que Jungkook lo veía caer en un silencio triste, su mirada fija en algún punto lejano. Jungkook quería hacer algo para ayudarlo, algo más allá de escuchar y ofrecerle su hombro. Y fue en uno de esos momentos que Venom, siempre atento, habló desde el interior de su mente.

—Jimin aún está triste… —comentó con voz grave, casi como un susurro inquieto—. Y tú quieres ayudarlo, ¿verdad?

Jungkook suspiró y asintió ligeramente, sabiendo que Venom podía leer cada uno de sus pensamientos.

—Claro que sí, pero no sé qué más puedo hacer.

Venom guardó silencio un instante, como si estuviera maquinando algo. Finalmente, su voz retumbó de nuevo.

—Tengo una idea… Una mascota nueva. Eso lo haría feliz, ¿no crees? ... Y seguiríamos con el plan de enamorarlo

Jungkook frunció el ceño, intrigado.

—¿Una mascota?no tengo dinero para comprar una. Y, además, Jimin aún está procesando lo de Max. No creo que quiera reemplazarlo tan rápido.

Pero Venom, como siempre, tenía una respuesta para todo.

—No necesitamos dinero. Yo puedo conseguir una. De hecho, ya tengo en mente algo perfecto.

Antes de que Jungkook pudiera decir nada más, sintió que Venom tomaba el control de su cuerpo por un segundo y lo impulsaba hacia la ventana de su habitación. Antes de darse cuenta, Venom ya estaba saltando de un edificio a otro, y Jungkook veía, a través de los ojos de su simbionte, el lugar al que se dirigían: un pequeño matadero de gallinas, el mismo en el que se alimentaba.

—Venom… ¡estás completamente loco! ¿Una gallina? ¿Cómo crees que eso ayudará? —intentó decir, aunque sabía que su simbionte ya había tomado la decisión.

—Las gallinas son perfectas: son adorables y algo tontas. Son justo lo que Jimin necesita para distraerse, ¿no crees? —Venom respondió con ese tono entre convencido y astuto, ignorando las protestas de Jungkook.

Rápidamente, Venom se escabulló dentro del lugar, y en unos minutos, había capturado un par de gallinas, que parecían bastante confundidas pero tranquilas. Venom las llevó de vuelta al apartamento de Jungkook, cruzando la ventana.

Cuando llegaron Jungkook se miró las manos, incrédulo, mientras las dos gallinas lo observaban con ojos pequeños y parpadeantes, cacareando suavemente, ajenas a lo insólito de la situación.

—Esto es una locura… —murmuró, masajeándose las sienes. Pero, al mismo tiempo, una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Después de todo, Venom tenía razón en algo: las gallinas eran adorables, y algo tan inesperado podría, tal vez, darle a Jimin un pequeño motivo para sonreír.

Jungkook pasó la siguiente media hora intentando acomodar a las gallinas en una pequeña caja improvisada como jaula, con un poco de agua y un pedazo de tela para que estuvieran cómodas. Se aseguró de que no hicieran mucho ruido, pero cada vez que una cacareaba, él no podía evitar reírse.

—¿crees que esto funcione? —preguntó en voz baja, observando a las gallinas, que se picoteaban suavemente entre sí.

—Claro que funcionará —respondió Venom, satisfecho consigo mismo—. Solo tienes que llevárselas a Jimin mañana y verás cómo se le ilumina el rostro.

Jungkook asintió, y por primera vez en días, sintió una pequeña esperanza de poder alegrar el día de Jimin.

Mientras observaba a las dos gallinas en su improvisada jaula, Jungkook soltó un suspiro de alivio. Pero antes de que pudiera relajarse, escuchó la voz grave y entusiasta de Venom en su mente.

VENOM EN EL ALMA | KOOKMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora