CALMA DESPUÉS DE LA TORMENTA

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POV FREEN 

La tormenta se había calmado hace una hora, pero el café seguía siendo nuestro refugio. La tendera, una mujer mayor con una sonrisa amable, nos había advertido que a veces las tormentas regresaban de golpe, así que había insistido en que nos quedáramos un rato más. Sin embargo, el ambiente comenzaba a cambiar.

Beck dejó escapar un estornudo tan fuerte que hizo que las tazas en la mesa temblaran. Love, sentada a su lado, no se quedó atrás, lanzando un estornudo aún más potente, que terminó con un "¡perdón!", mientras se cubría la cara con una servilleta.

Milk, que estaba sentada a mi lado, me miró con una mezcla de preocupación y determinación. Milk—Beck y Love ya están resfriadas. Si seguimos aquí, podrían empeorar. Y tú sabes que Love no es precisamente la paciente más tranquila —dijo, inclinándose hacia mí para susurrar lo último.

Love, que claramente nos había escuchado, levantó una ceja. Love—¡Estoy perfectamente bien! —protestó, aunque su voz nasal la delató al instante.

Freen—Claro, claro... —respondí con un tono tranquilizador, aunque internamente estaba de acuerdo con Milk. Si Love y Beck seguían estornudando, las cosas podrían complicarse. Además, quería asegurarme de que las demás chicas estuvieran bien.

Beck se levantó lentamente, envolviéndose en una manta que la tendera nos había prestado. Beck—Yo digo que salgamos ya. Prefiero mojarme un poco a quedarme aquí y sentirme peor-.

Milk asintió de inmediato, mientras yo miraba hacia la ventana. Afuera, las calles estaban empapadas, pero el cielo había comenzado a despejarse, con algunas estrellas visibles entre las nubes.

Freen—Está bien, salgamos. Pero vayamos con cuidado. No quiero que nadie más se enferme —dije, poniéndome la chaqueta prestada y ayudando a Love a levantarse.

La tendera nos despidió con una sonrisa cálida y una advertencia más. Tendera—Cuídense, niñas. A veces el agua en las calles sube rápido después de estas tormentas. Y recuerden, los caminos pueden estar resbalosos-.

Nos despedimos con un "gracias" colectivo y salimos al aire fresco de la noche. La sensación de la lluvia residual en el suelo, combinada con el viento frío, nos hizo encogernos un poco. Beck se aferró a la manta, y Love se acercó más a Milk, buscando calor.

Milk—¿Quién es la valiente ahora, eh? —bromeó, mirando a Love, quien respondió con un débil empujón y una risa entrecortada por los estornudos.

Abracé a Beck buscando un poco de calor mientras seguíamos caminando. El frío de la noche se colaba por cada rendija de nuestras chaquetas prestadas, pero eso no era lo que más me preocupaba. Lo único en mi mente era encontrar a las chicas. Tenía la esperanza de que estuvieran refugiadas en algún lugar, seguras, pero con cada tienda que revisábamos y cada lugar vacío que encontrábamos, mi ánimo se desmoronaba un poco más.

Entré en cada lugar que podía, llamando por sus nombres en voz baja, pero no había rastro de ellas. Finalmente, Beck me recordó algo que yo había olvidado en mi ansiedad: la tienda de souvenirs en la entrada del mercado. Fue como un destello de esperanza, y mis piernas parecieron moverse por instinto. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia allá, ignorando el dolor de cabeza que empezaba a pulsar más fuerte con cada paso.

Al entrar a la tienda, el lugar estaba oscuro, con solo una luz tenue iluminando algunos estantes. Miré alrededor desesperada, pero no vi nada. Mi corazón se hundió, y por un segundo, quise llorar. El cansancio, el frío, la preocupación... todo estaba cayendo sobre mí como un peso insoportable. Sentí que mis piernas no me iban a sostener más, y estuve a punto de caer al suelo, pero algo me detuvo.

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