16;|

121 6 6
                                    

La luz del sol se filtraba suavemente por la ventana, despertando a Miko y Tini lentamente. Al principio, ambas se quedaron quietas, con los ojos entrecerrados, sintiendo la ligera resaca que les pesaba en la cabeza. Por un momento, no sabían si lo que había pasado durante la noche era real o si todo había sido producto de la borrachera. La cercanía entre ellas les parecía un poco extraña, pero la confusión reinaba en sus mentes. Ninguna de las dos se atrevió a romper el silencio, no estaban seguras de lo que debía decirse o de lo que había sucedido.

Ambas se miraron fugazmente, pero ninguna pronunció palabra. El ambiente estaba cargado de una tensión que ninguna quería abordar, por lo que prefirieron dejar el silencio envolverlas por un rato más.

De repente, la puerta de la sala se abrió con un chirrido y Mariana apareció en el umbral, con el rostro serio y los ojos entrecerrados al ver el caos en la habitación. Las botellas vacías de licor y un cigarro apagado sobre la mesa de centro no pasaron desapercibidos.

- ¿Qué carajos pasó aquí anoche? -preguntó Mariana con tono severo, mirando a ambas, pero centrando su mirada en Miko.

Miko intentó levantarse del sofá, pero la resaca la golpeó con fuerza. Intentó disimular, pero estaba claro que no se sentía bien. Tini, a su lado, no sabía cómo reaccionar. Ella también sentía los efectos del alcohol, pero no tan fuertes como los de Miko.

Mariana se acercó, cruzando los brazos y mirando a Miko con una mezcla de preocupación y desaprobación.

- Vi, ¿en serio? ¿Después de todo lo que hablamos? No puedo creer que hayas llegado a este punto otra vez. ¿De verdad estás tomando hasta el último límite? -Mariana regañó, levantando la mano y señalando la botella de Hennessy y de tequila que aún quedaba medio llena.

Miko bajó la mirada, sintiendo la vergüenza calar en su pecho. No sabía qué decir, no podía justificar lo que había hecho.

- Lo siento, Mari... -susurró Miko, con una voz que sonaba más cansada que arrepentida. Sabía que su comportamiento no había sido el mejor, y aún más, no quería seguir arrastrando a todos con sus problemas.

Mariana se acercó y le dio un toque en el hombro, suavizando un poco su mirada, pero su tono seguía siendo firme.

- Esto no es un juego, Miko. Sabes que no deberías estar haciendo esto. No es solo por ti, es por todas las personas que te quieren, que te apoyan. -Miró a Tini, que estaba sentada sin decir nada. - Y Tini, ¿tú también? ¿Sabías que Vi estaba en este estado?

Tini, un poco sorprendida por la entrada de Mariana, asintió con cierto pesar, sin saber muy bien qué responder.

- Sí, lo sabía... pero... -Tini comenzó, pero Mariana la interrumpió.

- No hay "pero", Tini. Las dos son adultas y deberían saber cuándo parar. Este tipo de cosas no pueden seguir sucediendo. Miko, ya basta de huir de tus problemas, ¿entiendes?

El regaño de Mariana hizo que Miko sintiera una mezcla de culpa y frustración. Sabía que estaba tomando decisiones equivocadas, pero en ese momento no podía ver otra salida. Se sentía atrapada en sus propios demonios, y la bebida era solo un escape temporal.

Tini miró a Mariana, un tanto sorprendida por la dureza en su voz, pero no dijo nada. Ella también había notado que Miko no estaba en su mejor estado, pero la preocupación de Mariana la hizo sentir una mezcla de culpa y desconfianza hacia ella misma. Sabía que, aunque le había dado todo a Miko, la situación seguía siendo complicada.

Mariana, viéndola callada, frunció el ceño.

- ¿Tini? ¿Qué pasa? ¿Te parece que ahora le vas a dar todo el apoyo? Miko está mal, tiene que prepararse para el ensayo, y en el estado en que está, no puede hacerlo sola. -La voz de Mariana fue firme, como una orden. - Necesito que la ayudes, en serio, ¿me entiendes?

Amantes - Young Miko y Nicki Nicole Donde viven las historias. Descúbrelo ahora