Vidas separadas, mundos completamente diferentes; todo fue mezclado de un momento a otro.
Una responsabilidad que pasó a ser un indebido sentimiento.
Sentimientos sacrificados y voluntades plasmadas. Bell Cranel, un chico de 14 años, desecha toda s...
Hey, que tal morros. Bueno, me reporto desde temprano porque no creo tener tiempo en la tarde, debo hacer despensa para el mes y asear un poco la casa. La desventaja de chambear hasta morir es que la casa se descuida, y la señora que me hacía el aseo está desaparecida.
Según fue a Veracruz por unos 15 días de visita con su hermana, y ya han sido 4 meses o más desde eso....
En fin, pasando a lo importante, hablemos del capítulo en cuestión.
Considero que no es el mejor que he escrito, ya que unos podrían considerarlo relleno, pero es del necesario. No quiero simplemente pasar de un punto a otro, ya que debo darle apariciones a más personajes además de Bell y Riveria.
También debo dar explicaciones de la actitud atrevida de Riveria.
En cuanto a Asfi, bueno, tristemente va a tardar en aparecer. Seamos fuertes, mis camaradas del team asfi.
Creo que eso es todo, así que disfruten.
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Cuando me miras, se me cae el mundo.
Todo se enmudece, todo se detiene; como si el universo entendiera que tu mirada es más importante que el tiempo.
- Bell Cranel.
X X X
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Cuando Bell abrió los ojos, ya era medio día.
Fue la primera vez en mucho tiempo que lograba tener un sueño tan largo y placentero, libre de pesadillas.
Medio dormido y medio despierto, tardó un par de minutos en aclarar su línea de visión.
La luz del sol se coló por la ventana, iluminando la habitación. Había un aroma agradable, y junto a ello, una sensación divina rozando con todo su cuerpo.
"Espera...".
Sus pensamientos se aclararon por completo. Al abrir bien sus ojos, lo primero que vio fue una mirada fría y severa, perteneciente a Riveria.
-- Buenos días, esposo. ¿Estás cómodo?.
-- .....
El tono de Riveria estaba impregnado de sarcasmo y molestia. Bell no sabía si estaba molesta por lo tarde que era u otra cosa de la que no estaba enterado.
Su confusión no duró mucho, pues Riveria enarcó una ceja, aún mirándolo fríamente, y dijo:
-- Quita tus manos de mi trasero de una buena vez, idiota.
