Vidas separadas, mundos completamente diferentes; todo fue mezclado de un momento a otro.
Una responsabilidad que pasó a ser un indebido sentimiento.
Sentimientos sacrificados y voluntades plasmadas. Bell Cranel, un chico de 14 años, desecha toda s...
Quiero avisar de antemano que este capítulo va a ser un vuelco total, y me fue difícil decidir si hacerlo de esta manera o no.
Sinceramente, considero que va mejor, ya que no quiero apegarme demasiado a la obra canon, y simplemente usar referencias con los arcos mientras me concentro en la pareja, las emociones y determinaciones de cada personaje.
Ah, pero sí habrá peleas, que si bien no se me dan mucho, no pueden faltar en una historia de este tipo.
¿Cuántos caps más para el coito? No se desesperen, chance en el capítulo 20 xd.
De todos modos, chequen y juzguen mi decisión de este capítulo. No es como si lo fuera a cambiar, pero las opiniones me ayudan mucho a ver las cosas desde una perspectiva diferente de la mía.
Disfruten :3
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Si tu cuerpo pide alegría y cosa buena...
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Bajo la luz brillante del sol y el viento del día, Bell y Riveria se encontraban realizando el entrenamiento mágico como de costumbre.
"Ha mejorado bastante... más de lo que esperaba"
Riveria observó a Bell, quien estaba en una posición de loto. Su concentración estaba en lo más alto mientras el maná convergía por todo su cuerpo.
"<Laplace>, como supuse, es una habilidad absurda..."
Era el onceavo día de entrenamiento, y faltaban solo 3 para que las dos semanas de monopolización del consejo terminaran.
Pensando en ello, Riveria dedujo que Bell terminaría para el décimo tercer día de entrenamiento.
-- Es suficiente.
Al escuchar sus palabras, Bell abrió sus ojos y soltó un largo suspiro.
-- Haah, esto cansa mas de lo que pensaba... — murmuró en tono fantasmal — Riveria, ¿segura que no te estás vengando por lo que pasó en Rivira?
-- ¿Quieres que te congele de nuevo, Bell?
-- ¡M-Me rindo!
Bastó con una mirada de muerte para que Bell se retractara. El simple recuerdo de ese día hacía que Riveria se molestara exteriormente, y se avergonzara de sobre manera en el interior.
Lo único que no podía controlar era el rojo de sus mejillas.
Soltando un suave suspiro, Riveria se calmó.
-- Si estás tan bien como para bromear, vuelve al entrenamiento.
