Capitulo 81:El Encuentro con la Dama del Deseo Perdido

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El Encuentro con la Dama del Deseo Perdido

Era una tarde lluviosa cuando Leo, un chico de 14 años conocido por su educación y amabilidad, se adentró en el bosque cerca de su casa. Había oído historias extrañas sobre un lugar donde los deseos podían cumplirse, pero nunca creyó en ellas. Sin embargo, esa tarde, algo le decía que debía explorar más allá de lo habitual.

Siguiendo el sonido de las gotas de lluvia que caían, Leo se encontró frente a una puerta de piedra cubierta de enredaderas. Parecía antigua, pero emanaba una energía que lo atraía irresistiblemente. Empujó la puerta, y para su sorpresa, se abrió sin esfuerzo. Atrás, el mundo conocido desapareció, y lo que lo rodeaba era una vasta dimensión, llena de paisajes surrealistas y colores que cambiaban constantemente.

En el centro de este mundo, rodeada por columnas de cristal, estaba ella: la Dama del Deseo Perdido. Una figura etérea, vestida con ropas que parecían hechas de la misma luz cambiante que iluminaba la dimensión. Su rostro era tan hermoso como inquietante, y sus ojos brillaban con un misterio profundo.

"Has llegado," dijo ella con una voz suave y encantadora. "Has cruzado el umbral del deseo. Ahora, ¿qué es lo que más anhelas, joven?"

Leo, aunque algo sorprendido, se sintió extrañamente tranquilo. Su vida hasta ese momento había sido muy tranquila y algo solitaria, y siempre había deseado encontrar algo que lo hiciera sentir completo, algo que le diera sentido a sus días.

"Quiero entender más sobre el mundo, quiero aprender sobre mis propios deseos y sobre la vida misma," dijo, sorprendido de sí mismo por su propia sinceridad.

La Dama del Deseo Perdido sonrió con una mezcla de sabiduría y tristeza. "¿Aceptas el beso que te ofrezco, joven Leo? El beso que te permitirá explorar lo que deseas, pero que también traerá consigo los desafíos que enfrentas en tu corazón."

Leo dudó por un momento, pero su curiosidad era más fuerte que su miedo. Se acercó, y en un gesto que parecía de otra era, la Dama le ofreció un suave beso en la frente. En ese instante, una energía poderosa recorrió su cuerpo, y una sensación de entendimiento profundo lo envolvió. La dimensión se llenó de una calidez que no había sentido antes.

De repente, las chicas de la dimensión, seres etéreos y criaturas de belleza inigualable, comenzaron a acercarse a Leo. Se notaban atraídas por la pureza de su corazón y su bondad. Cada una comenzó a compartir con él pequeñas partes de su propia historia y deseos, mostrando la diversidad y complejidad de la dimensión. Aunque Leo sentía una extraña conexión con cada una, comprendió que lo que más necesitaba era entenderse a sí mismo.

A lo largo de su estancia, Leo aprendió valiosas lecciones sobre el deseo, la conexión con los demás y la importancia de la autoaceptación. Las chicas no solo lo acompañaron en sus reflexiones, sino que también lo ayudaron a explorar los rincones más profundos de su alma. Con cada lección, Leo crecía más como persona, descubriendo que los deseos no son solo aquello que se busca con ansias, sino también aquello que se encuentra al comprenderse a uno mismo.

Eventualmente, Leo comprendió que el verdadero deseo perdido no era el de cumplir una fantasía, sino el de encontrar la paz interior. La Dama del Deseo Perdido, al verlo madurar, sonrió una vez más.

"Has aprendido más de lo que pensabas, Leo. El deseo no siempre es lo que parece. El amor, la amistad y el entendimiento son los deseos más poderosos. Vete ahora, pero recuerda siempre lo que has aprendido."

Con esas palabras, Leo regresó al mundo real, llevando consigo no solo la experiencia de lo que había vivido, sino una nueva perspectiva sobre la vida. Había descubierto que el verdadero poder estaba en su capacidad para desear lo que realmente necesitaba: comprenderse a sí mismo y a los demás. Sabiendo que, siempre sería bienvenido en un lugar donde lo apreciarán.

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