[NOTA DEL AUTOR]
ADVERTENCIA ⚠️ CONTENIDO SEXUALLa celebración de graduación había sido un éxito rotundo. La risa de amigos y familiares resonaba aún en sus oídos mientras Kleiver y Jack se retiraban de la fiesta, dejando atrás las luces y la música. Era una noche estrellada y tranquila, perfecta para terminar un día tan especial.
Después de un día lleno de emociones y logros, Mateo, ahora con tres años y medio, estaba exhausto. Había jugado, reído y disfrutado de cada momento de su fiesta, pero finalmente, el cansancio lo había vencido. Ambos padres lo habían acostado en su habitación, leyendo su cuento favorito hasta que sus ojos se cerraron lentamente.
Una vez que el pequeño Quimera se sumió en un profundo sueño, Kleiver y Jack se dirigieron a su propia habitación. Al cerrar la puerta y asegurarla, una risa juguetona llenó el aire.
“Hola, señor artista, ¿será que me puede pintar desnudo?”, bromeó Kleiver, girándose con una sonrisa traviesa en su rostro. La luz suave de la lámpara iluminaba su figura, y su mirada estaba llena de picardía.
Jack soltó una risa, negando con la cabeza. “Eso es demasiada belleza para solo un cuadro”, respondió, cruzando los brazos con una expresión de exagerada seriedad, aunque sus ojos brillaban con diversión.
“¡Oh, por favor! Solo quiero que mi maravilloso artista capture mi esencia”, continuó Kleiver, acercándose a él con un guiño.
“¿Y quién dice que no lo haré? Tal vez un día me atreva”, contestó Jack, su voz un susurro juguetón. “Pero hoy no, porque si te pinto desnudo, probablemente no podré concentrarme en el lienzo”.
“¿Y usted, señor cantante? ¿No me podría dedicar una canción?”, preguntó Jack con un tono seductor, acercándose un poco más.
“Claro que sí, lo haré en algún momento”, prometió Kleiver, tomando la mano de Jack y mirándolo a los ojos. “Pero por ahora, creo que hay cosas más interesantes que hacer”.
Ambos rieron y se acercaron a la cama, donde la atmósfera se volvió más íntima. Las bromas y risas se desvanecieron, dejando solo la calidez de su conexión. La promesa de una canción y la chispa de la complicidad llenaban el aire.
Mientras se acomodaban en la cama, el calor de sus cuerpos se entrelazaba, y el mundo exterior parecía desvanecerse. La noche tenía un aire de magia, un momento perfecto para celebrar no solo sus logros, sino también el amor y la vida que habían construido juntos.
Así, con una sonrisa en los labios y el corazón palpitante de emoción, Kleiver y Jack se prepararon para compartir su amor, dejando que la noche los envolviera en su manto de pasión y ternura.
El capítulo se cerró con la promesa de una noche inolvidable.