La vida continuaba con su ritmo habitual para Kleiver y Jack, pero el ambiente estaba cargado de una tensión sutil. Sofía, en las sombras, había estado urdiendo un plan. Aunque sus intenciones eran oscuras, su primer movimiento se presentaría de manera astuta y encubierta.
Una tarde, mientras la familia disfrutaba de una tranquila cena, Kleiver recibió un mensaje de texto inesperado. Era un aviso de la veterinaria local, informándole que había un cachorrito rescatado que necesitaba un hogar. “¡Mira esto, Jack!” exclamó Kleiver, mostrando el mensaje a su pareja. “Podría ser una gran oportunidad para darle una mascota a Mateo”.
Jack sonrió, entusiasmado por la idea. “Siempre he pensado que un perro podría ser una buena adición a nuestra familia. Mateo ama a los animales”, dijo, recordando cómo su hijo siempre se iluminaba al ver perros o gatos en el parque.
Sin embargo, Kleiver frunció el ceño. “No estoy seguro. Tener una mascota implica mucha responsabilidad. ¿Estamos listos para eso?”.
La conversación se tornó en un debate amistoso. “Pero piensa en la alegría que un perro podría traer a Mateo. Sería su compañero, alguien con quien jugar y compartir aventuras”, insistió Jack, imaginando a Mateo corriendo por el jardín con un cachorrito a su lado.
Kleiver, aunque empezó a considerar el punto de Jack, también tenía reservas. “Sí, pero también tenemos que pensar en el tiempo que requerirá. Los paseos, la alimentación, y si estamos fuera de casa... ¿quién se encargará de él?”.
Ambos comenzaron a enumerar los pros y los contras de tener una mascota, cada uno aportando sus ideas. “Podríamos turnarnos para sacarlo a pasear, y además, sería una buena oportunidad para enseñarle a Mateo sobre la responsabilidad”, sugirió Jack.
“Eso es cierto, pero no quiero que Mateo sienta que una mascota es solo un juguete. Tiene que entender que es un ser vivo que necesita amor y cuidado”, respondió Kleiver, con preocupación en su voz.
Mientras tanto, en un rincón oscuro de la ciudad, Sofía observaba con atención. Había estado planeando cuidadosamente cómo hacer su movimiento. En un acto de malicia, había pagado a la veterinaria para que le informara a Kleiver sobre el cachorrito, pero con un giro siniestro: el perro había sido envenenado y solo tendría unas semanas de vida. Sofía había dejado que la veterinaria entregara al cachorrito a la familia, con la esperanza de que su sufrimiento se volviera un punto débil que podría atacar.
La discusión entre Kleiver y Jack continuó, con ambos compartiendo sus recuerdos y risas, cada vez más inmersos en el debate. Las horas pasaron volando, y aunque la discusión seguía activa, había un sentido de amor y conexión que impregnaba el ambiente.
Finalmente, el capítulo terminó con Kleiver y Jack, sentados en el sofá, rodeados de risas, mientras Mateo jugaba en el suelo, ajeno a la conversación que se estaba llevando a cabo sobre un posible nuevo miembro de la familia. La idea de tener un cachorrito estaba en el aire, y aunque no llegaron a un consenso, la discusión había fortalecido su vínculo, dejando claro que, sin importar lo que decidieran, siempre estarían juntos en la toma de decisiones.
Afuera, la noche caía silenciosamente, y Sofía sonrió, sabiendo que su plan había comenzado a tomar forma. La familia que había jurado destruir estaba más unida que nunca, pero su maldad estaba a punto de desatar una tormenta que los desestabilizaría por completo. La sombra del pasado se cernía sobre ellos, y el veneno de Sofía comenzaba a infiltrarse en sus vidas.
[NOTA DEL AUTOR]
Me dolió escribir este capítulo 😭😭 pobre cachorro 🐕 😭😭,,🦝