Capítulo: La Noche de Graduación

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[NOTA DEL AUTOR]
ADVERTENCIA ⚠️ CONTENIDO SEXUAL

La habitación estaba envuelta en un suave resplandor, la luz tenue creando un ambiente íntimo y acogedor. A medida que la risa y la música de la fiesta se desvanecían en la distancia, Kleiver y Jack se encontraron en un mundo solo para ellos.

Con sus corazones aún palpitando por la emoción del día, se miraron a los ojos, sintiendo la conexión que los unía más allá de las palabras. La química entre ellos era palpable, como un imán que los atraía el uno hacia el otro.

Kleiver se acercó, dejando que sus labios rozaran la mejilla de Jack, un gesto que encendió una chispa de deseo. Jack, sintiendo la calidez de su pareja, tomó su rostro entre sus manos y lo besó suavemente, al principio con dulzura, pero pronto el beso se volvió más apasionado. Los dedos de Jack se deslizaron por el cuello de Kleiver, mientras la mano de Kleiver se aferraba a su cintura, atrayéndolo más cerca.

Mientras sus labios se encontraban, el mundo exterior se desvaneció, dejando solo la intensidad de su conexión. Se dejaron llevar por el momento, despojándose de las tensiones del día y sumergiéndose en el calor de su amor.

Kleiver empujó suavemente a Jack hacia la cama, donde la suavidad de las sábanas los recibió. Se recostaron uno sobre el otro, y sus cuerpos se adaptaron perfectamente. El roce de sus pieles desató una oleada de sensaciones que recorrieron sus cuerpos.

Las manos de Jack comenzaron a explorar el torso de Kleiver, acariciando su piel con ternura y pasión. Cada toque estaba cargado de deseo, y Kleiver cerró los ojos, dejándose llevar por la suavidad de las caricias. Las risas y bromas del día se convirtieron en susurros llenos de amor y anhelo.

A medida que la noche avanzaba, sus cuerpos se movían al unísono, como si danzaran en una coreografía íntima. Las manos se deslizaron por la espalda, las caderas, y cada caricia era un lenguaje propio, un diálogo de deseo y conexión. La excitación crecía entre ellos, y el aire se llenaba de una tensión electrizante.

En un momento de plena complicidad, Kleiver se inclinó hacia Jack, sus labios se encontraron de nuevo, pero esta vez el beso era más profundo, más urgente. Jack, sintiendo el impulso de su pareja, se dejó llevar, dejando que el deseo los guiara.

Las sábanas se arrugaron a su alrededor mientras se entregaban a la pasión, el mundo exterior desapareciendo por completo. Sus cuerpos se movían con suavidad, cada roce y cada susurro llevándolos a un lugar donde solo existían ellos dos. La conexión era intensa, unida por el amor que habían cultivado durante tanto tiempo.

Mientras el clímax de la noche se acercaba, el ambiente se llenó de sonidos suaves y susurros entrecortados. La intimidad de ese momento era sagrada, un reflejo de lo que habían construido juntos. Con cada movimiento, sentían la profundidad de su amor, una unión que trascendía lo físico.

La noche continuó envolviéndolos en su manto de pasión y ternura, un recordatorio de que, pase lo que pase, siempre tendrían un refugio en el otro. En la penumbra, sus risas se entrelazaban con sus suspiros, creando una melodía que solo ellos podían escuchar, una canción que resonaría en sus corazones por siempre.

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