28. Un Cumpleaños
Disfrutaba estar en el campo, principalmente porque era un lugar tranquilo. Después del secuestro de Reginal, la tranquilidad era lo único que necesitaba. Me encontraba sentada en el césped, disfrutando el sosiego que el momento me ofrecía. Lo único que se escuchaba eran los cantos de los pájaros y el susurro de las hojas cuando el viento las movía. Tenía los ojos cerrados; de alguna manera sentía que al cerrarlos podía conectar más del paisaje que si los mantuviera abiertos.
—¿Disfrutando la mañana? —escuché la voz de Reginal detrás de mí. Una pequeña sonrisa se formó en mi rostro, pero no abrí los ojos.
—Se supone que deberías estar en reposo —le recordé. Abrí lentamente los ojos y observé cómo Reginal se sentaba a mi lado.
—Estoy en reposo —respondió, con una pequeña sonrisa en su rostro—. Estoy sentado a tu lado, lo cual es lo mismo que estar sentado en la cama, solo que mejor porque estoy contigo.
Negué ligeramente mientras intentaba contener una risa.
—No sabes lo que es seguir órdenes.
Reginal simplemente soltó una pequeña risita.
Nos quedamos en completo silencio, pero no era un silencio incómodo, todo lo contrario, era el tipo de silencio que yo disfrutaba más que nada. Yo observaba el paisaje, pero podía sentir la mirada de Reginal fija en mí.
Fruncí ligeramente el ceño al notar que su sonrisa se había agrandado un poco.
—¿Qué pasó? —le pregunté.
—Nada.
—No puedes estar sonriendo por nada, no eres ese tipo de persona.
—¿Cómo podría no sonreír cuando estoy contigo?
Pude sentir cómo la sangre hacía arder mis mejillas. Me quedé mirándolo a los ojos, de un verde tan oscuro que casi parecían negros. Ahora, para mí, era más fácil distinguir el verde, pues sus ojos, de alguna manera, se veían más luminosos. No había rastro de la indiferencia que alguna vez habitó en ellos.
Si hace algunos años me hubieran dicho que Reginal era capaz de sonreír y de mirar a alguien con amor, probablemente no lo habría creído. Pero ahora, habiendo sido testigo tanto de su sonrisa como de sus miradas llenas de afecto, no podía imaginarme vivir sin ellas.
Amaba observarlo sonreír cuando jugaba con Sara o cuando se permitía reír a carcajadas y contar chistes cuando estábamos los dos solos. Incluso había empezado a desenvolverse con lo que podría decirse que era nuestro grupo de amigos, y eso me encantaba.
—En serio estoy enamorada de ti —murmuré, lo suficientemente fuerte como para que él me escuchara.
Reginal me miró por unos segundos y luego acercó su rostro al mío, uniendo nuestros labios en un beso. En ese instante, me di cuenta de cuánto había extrañado la sensación de sus labios contra los míos. No sabía cuánto tiempo estuvimos besándonos, solo sabía que no quería separarme.
—¿Podemos quedarnos todo el día aquí? —me preguntó Reginal, separándose ligeramente.
—Me agrada esa idea —respondí, esbozando una sonrisa.
Volví a mirar el paisaje, reconociendo a algunas de las aves que pasaban volando por el lugar. Sin duda alguna, eran animales hermosos. Recosté mi cabeza en el hombro de Reginal, quien pasó su brazo por mi cintura y me acercó más a él.

ESTÁS LEYENDO
En Los Años 50
RomanceEn la década de los 50, Elen fue arrastrada a un matrimonio arreglado cuando tenia 15, su esposo nunca pareció amarla, pero de un momento a otro las cosas empezaron a mejorar para después caerse por un precipicio, ¿podrá Elen sobrevivir a todos los...