Taehyung, un joven serio y reservado que creció con su abuela, sin recuerdos claros de su infancia ni de sus padres. Jungkook, un alfa arrogante y coqueto que odia a los omegas. ¿Qué pasará cuando se encuentren? ¿Podrán sus personalidades llevarlos...
Taehyung estaba terminando su desayuno cuando algo le vino a la mente.
–Mi teléfono... –murmuró, mirando alrededor con el ceño fruncido.
Jungkook, que estaba limpiando los platos, giró para mirarlo.
–¿Tu teléfono? Creo que lo dejaste en tu bolso. Lo dejé en la sala.
Taehyung asintió y, con cuidado, bajó del taburete para dirigirse hacia donde el alfa había dejado sus cosas. Una vez encontró su bolso, sacó su celular y lo encendió.
No pasaron ni dos segundos cuando la pantalla comenzó a vibrar con una llamada entrante. Vio el nombre en la pantalla: Jiminie.
–Oh, no... –susurró antes de contestar apresuradamente.
–¡Kim Taehyung! –la voz de Jimin resonó al otro lado, visiblemente preocupado–. ¿Dónde demonios te metiste? ¡Han pasado días y nadie sabía nada de ti!
–Chim... lo siento. Yo... –dudó, buscando una excusa plausible. Sus ojos se desviaron hacia Jungkook, quien lo miraba con curiosidad desde la cocina–. Estaba ocupado.
–¿Ocupado? ¿Eso es todo lo que tienes para decir? ¡Namjoon y Yoongi estaban preocupados! ¡Yo estaba preocupado! Incluso Hoseok decía que algo extraño había pasado en la empresa. ¿Qué está pasando, Taehyung?
El omega suspiró, rascándose la nuca.
–Es complicado... pero estoy bien, de verdad. Lo siento por no avisar, no sabía ni dónde estaba mi teléfono hasta ahora.
–¿Complicado? ¿Estás con alguien? –preguntó Jimin, su tono cambiando ligeramente.
Taehyung apretó los labios, su mirada desviándose al alfa, que ahora parecía muy entretenido secándose las manos mientras lo observaba fijamente.
–Sí, algo así... –respondió finalmente, bajando la voz.
Hubo un silencio incómodo al otro lado de la línea antes de que Jimin hablara de nuevo.
–Tae, si necesitas ayuda, dímelo. No importa lo que sea.
–No es eso, Chim. Estoy bien. Te prometo que mañana mismo iré a verte. Solo... dame un poco de tiempo, ¿sí?
Jimin suspiró pesadamente.
–Está bien, pero si no apareces o no respondes, iré yo mismo a buscarte.
Taehyung sonrió ligeramente.
–Gracias, Chim. Nos vemos mañana.
Colgó y soltó un suspiro largo antes de mirar sus notificaciones. Había varios mensajes acumulados:
Uno de Namjoon: ¿Estás bien? Jungkook no nos dejó entrar, y estamos preocupados.
Otro de Yoongi: Jimin está que se sube por las paredes. Por favor, avísale que estás vivo.
Uno más de Hoseok: ¿Así que el CEO estaba en celo? ¿Y tú lo "sacaste a rastras de la empresa"? ¿Qué pasó, Taehyung? ¡Cuéntamelo todo!
Finalmente, algunos mensajes de sus compañeros de trabajo, la mayoría preguntando indirectamente por Jungkook: ¿El jefe está bien? Se veía... raro el último día en la oficina.
Taehyung se frotó las sienes, sintiéndose abrumado. Apenas habían pasado unos días y ya tenía que lidiar con preguntas que no sabía cómo responder.
–¿Todo bien? –preguntó Jungkook, acercándose con una taza de café en la mano.
Antes de que Taehyung pudiera responder, sintió sus brazos fuertes rodeándolo por la espalda. El alfa apoyó suavemente su barbilla en su hombro, el calor de su cuerpo envolviéndolo por completo.
–Te ves tenso –murmuró Jungkook, su voz grave y algo ronca junto a su oído–. ¿Qué dijeron?
Taehyung intentó concentrarse, pero el contacto y el aroma del alfa, ahora calmado y reconfortante, dificultaban que encontrara las palabras adecuadas.
–Solo estaban preocupados... –dijo finalmente, su tono más bajo de lo que pretendía.
Jungkook asintió, sus manos aflojando ligeramente el abrazo, aunque no se apartó.
–Te llevaremos con cuidado mañana. No quiero que te esfuerces más de lo necesario.
El omega rodó los ojos, aunque una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
–Estoy bien, Jungkook, no necesitas tratarme como si fuera de cristal.
El alfa sonrió contra su cuello, dejando un suave beso ahí antes de apartarse y extenderle la taza de café.
–Solo me preocupo por ti, bonito –respondió, su mirada intensa y cálida.
Taehyung lo tomó con un suspiro, evitando mirarlo demasiado tiempo para no derretirse bajo su atención.
Mientras se sentaba en el sofá para revisar sus mensajes, no podía ignorar el leve cosquilleo que el abrazo y las palabras de Jungkook habían dejado en su pecho.
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El resto del día transcurrió con una tranquilidad que ambos parecían necesitar. Jungkook se aseguró de mimar a Taehyung en cada oportunidad que tenía. Desde servirle agua hasta asegurarse de que no se moviera más de lo necesario.
Mientras tanto, Taehyung, vestido con una camiseta enorme del alfa que apenas cubría lo necesario, no pudo evitar sentirse ligeramente incómodo con la atención constante.
—Podrías dejar de mirarme como si fuera a desaparecer en cualquier momento —murmuró entre dientes, sin voltear a verlo.
—Imposible —respondió Jungkook desde el sillón mientras navegaba por su teléfono—. Por cierto, ya pedí ropa para ti. No quiero que andes por ahí en algo que apenas te cubre. No confío en nadie más para verte así.
El omega rodó los ojos, aunque un leve sonrojo cubrió sus mejillas.
—Exageras. Esto es temporal.
—No para mí —replicó el alfa con una sonrisa traviesa, guiñándole un ojo antes de levantarse—. Vamos, ven aquí.
Se sentaron juntos en el sofá, con una película romántica de fondo. Entre risas y comentarios, poco a poco comenzaron a abrirse más. Jungkook le habló sobre su infancia, sobre los valores que su madre y su abuela le habían inculcado. Por su parte, Taehyung le compartió historias de su vida universitaria, evitando mencionar los momentos más oscuros, pero siendo honesto en lo que podía.
—Debo admitir algo —dijo Jungkook, rompiendo el momento de silencio que los envolvía.
—¿Qué cosa? —preguntó Taehyung, volteando a verlo.
—Me gusta tenerte aquí. Más de lo que debería. —Sus palabras fueron suaves, sinceras, y su mirada intensa hizo que el omega desviara los ojos rápidamente.
—Eso… eso no significa nada —respondió Taehyung, intentando ignorar cómo su corazón se aceleraba.
—Para mí, sí.
La noche continuó con pequeños momentos como este, donde las barreras entre ellos parecían desmoronarse un poco más con cada palabra compartida. Jungkook, por su parte, no podía quitarse de la cabeza lo natural que se sentía tener a Taehyung en su espacio, como si siempre hubiese pertenecido ahí.