Taehyung, un joven serio y reservado que creció con su abuela, sin recuerdos claros de su infancia ni de sus padres. Jungkook, un alfa arrogante y coqueto que odia a los omegas. ¿Qué pasará cuando se encuentren? ¿Podrán sus personalidades llevarlos...
La luz del sol se colaba por la ventana, iluminando suavemente el rostro de Taehyung. Entreabrió los ojos con pereza, aún sumido en el calor y la comodidad de las sábanas. Intentó moverse para cambiar de posición, pero algo lo detuvo. Su cuerpo no respondía como de costumbre.
Frunció el ceño y se percató de una presión inusual, algo seguía dentro de él, y no lo dejaba moverse con libertad. Sus mejillas se encendieron al instante al recordar los últimos tres días. Todo vino a su mente como una tormenta: el celo de Jungkook, los momentos intensos y sobre todo, lo descarado que habia sido.
Un brazo lleno de tatuajes decanzaba sobre su cintura. Taehyung giró apenas su rostro, y ahí estaba el alfa, aún profundamente dormido detrás de él, su respiración cálida chocando contra su cuello. Jungkook se movió ligeramente, y la fricción provocó un jadeo involuntario del omega.
–¿Tienes que hacer eso? –susurró, más para sí mismo que para el otro, mientras su rostro enrojecía aún más.
Una risa ronca resonó detrás de él, seguida de besos suaves sobre su espalda.
–Buenos días, bonito. ¿Cómo amaneciste? –murmuró Jungkook, su voz grave y llena de satisfacción.
–B-Buenos días... –respondió Taehyung con nerviosismo, intentando ignorar la cercanía del alfa. Respiró hondo antes de agregar: –¿Puedo moverme? Quiero ir al baño.
Jungkook levantó una ceja, un brillo travieso en sus ojos.
–¿Estás seguro de que quieres moverte, bonito? –preguntó, moviéndose un poco, lo suficiente para que el omega soltara otro jadeo por la fricción.
–¡Jungkook! –exclamó Taehyung, frustrado y completamente rojo.
El alfa rió, finalmente retirándose con cuidado, pero no sin antes robarle un beso en el hombro. Taehyung respiró aliviado, pero cuando intentó levantarse, un dolor en su espalda baja lo obligó a detenerse.
–Agh... –se quejó, mirando al alfa con ojos suplicantes.
Jungkook, al notar la incomodidad de Taehyung, cambió su expresión a una de preocupación.
–No te esfuerces –dijo, levantándose de inmediato. Sin darle tiempo a protestar, lo cargó con facilidad entre sus brazos.
–¿Qué haces? ¡Puedo caminar! –se quejó el omega, aunque sabía que no era cierto.
–Claro, claro –respondió Jungkook con una sonrisa divertida, dirigiéndose hacia el baño mientras lo sostenía firmemente.
Una vez allí, lo acomodó con cuidado, asegurándose de que estuviera cómodo antes de salir para darle privacidad.
–Llámame si necesitas algo –dijo desde el otro lado de la puerta.
Taehyung, aún rojo como un tomate, suspiró y negó con la cabeza. 'Esto es demasiado', pensó, intentando recomponerse. Como lo podría ver en el trabajo después de esto, se había vuelto loco, sin duda.
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Taehyung suspiró profundamente, sentado en el borde del baño. Intentó levantarse una vez más, pero el dolor en su espalda baja le recordó que su cuerpo simplemente no iba a cooperar. '¿Por qué accedí a esto?', pensó con frustración, aunque sabía bien la respuesta.
El omega se mordió el labio, su orgullo luchando contra la necesidad. No quería llamarlo, pero tampoco podía quedarse ahí para siempre. Con un susurro apenas audible, dijo:
–Jungkook...
No hubo respuesta inmediata, y pensó en insistir con más fuerza. Justo cuando iba a repetir su nombre, la puerta se abrió de golpe, revelando a un alfa preocupado.
–¿Estás bien? –preguntó Jungkook, inclinándose hacia él.
Taehyung asintió con visible vergüenza.
–No puedo levantarme... –murmuró, evitando su mirada.
Jungkook sonrió con ternura y lo levantó una vez más, como si no pesara nada.
–Deberías dejarme ayudarte sin protestar, bonito –comentó mientras lo llevaba de regreso a la habitación.
Taehyung suspiró, dejando que el alfa lo acomodara sobre la cama.
–Solo no te acostumbres –dijo en un intento de recuperar algo de su dignidad.
Jungkook rió suavemente antes de desaparecer en la cocina.
Desde su lugar, Taehyung podía escuchar los sonidos del alfa moviéndose por la cocina: el sonido de una sartén, el chasquido de un encendedor y el leve aroma de algo cocinándose. Curioso, se arrastró un poco para mirar hacia la puerta, pero pronto el alfa regresó.
–No pensé que te gustaría comer en la cama, así que ven conmigo –dijo, ayudándolo a llegar a la mesada de la cocina.
Jungkook lo sentó cuidadosamente en un taburete, asegurándose de que estuviera cómodo. Taehyung observó cómo el alfa seguía cocinando, su espalda ancha moviéndose con confianza mientras manejaba los utensilios. Era una escena sorprendentemente... dulce.
–¿Siempre cocinas? –preguntó, intentando llenar el silencio.
–Solo cuando es una ocasión especial – respondió Jungkook sin girarse, su tono casual.
El comentario hizo que las orejas de Taehyung se calentaran. Desvió la mirada, enfocándose en la mesada frente a él.
Un momento después, Jungkook se acercó con un vaso de agua y una pequeña pastilla.
–Tómate esto antes de desayunar –dijo, su voz más suave.
Taehyung aceptó la pastilla, agradecido, y bebió el agua mientras el alfa regresaba a sus tareas. El aroma del desayuno llenó el espacio, calmándolo un poco.
Una vez Jungkook colocó los platos frente a ellos, Taehyung murmuró:
–¿Podrías... pasarme el botiquín?
Jungkook arqueó una ceja, pero no dijo nada mientras iba a buscarlo. Al regresar, lo colocó frente al omega, quien evitaba su mirada.
–Es para... –Taehyung hizo una pausa, incómodo–, para las marcas... de mis uñas.
El alfa parpadeó antes de soltar una risa baja.
–¿Te preocupas por eso? –preguntó con diversión, inclinándose hacia la mesada.
–No me hagas preguntas tontas –replicó Taehyung, aún más rojo, mientras buscaba un poco de desinfectante en el botiquín.
Jungkook se acercó más, apoyando su barbilla en la palma de su mano mientras lo miraba con atención.
–Eres adorable, ¿sabes? –murmuró, arrancándole un suspiro al omega.
–Cállate y come –fue todo lo que Taehyung pudo decir, sin mirarlo directamente.
Jungkook rió, pero obedeció, contento de disfrutar el momento con su omega bajo la luz del sol que entraba por la ventana.