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Después de los primeros días en el hospital, Taehyung comenzó a recuperarse lentamente. Aunque la emoción de ser padre lo envolvía todo, el agotamiento físico y emocional de su cuerpo aún era evidente. Jungkook, por su parte, se encargaba de todo con un amor tan grande que parecía no conocer límites. Cuidaba de los bebés con una dedicación infinita, mientras compartía con Taehyung momentos tranquilos, pero también divertidos, llenos de risas suaves y miradas llenas de promesas.

Los días se iban haciendo más largos, pero el tiempo parecía detenerse cada vez que Jungkook y Taehyung compartían una mirada o un gesto de amor. No había necesidad de hablar demasiado, pues con solo una sonrisa, sabían lo que sentían el uno por el otro. Los bebés, poco a poco, iban tomando más fuerzas y empezaban a reconocer las voces de sus padres, lo que los llenaba de una alegría inmensa.

Cuando ya se acercaba el día de salir del hospital, la familia de Jungkook y Taehyung ya había dejado su huella en la habitación con visitas constantes, dulces sorpresas y, sobre todo, con el amor que habían brindado al nuevo núcleo familiar. Jungkook y Taehyung sentían la calidez y el apoyo de todos a su alrededor, lo que les daba la fuerza que necesitaban para enfrentar lo que venía.

Al salir del hospital, la vida comenzó a adquirir un nuevo ritmo. El hogar de Jungkook y Taehyung, que había sido testigo de tantas transformaciones, ahora se llenaba de los risueños ruidos de los bebés. La rutina estaba comenzando a tomar forma: las noches en vela, las tomas, los pañales y los juegos en el suelo con los pequeños. Pero a pesar de todo el caos, siempre había espacio para el amor, para las sonrisas compartidas y para las tardes tranquilas en las que Jungkook y Taehyung se encontraban en un rincón del hogar, mirando a sus hijos con el corazón lleno de gratitud.

Los días pasaban lentamente, pero con cada uno de ellos, Jungkook y Taehyung se sentían más completos. Las noches eran largas y agotadoras, pero siempre se sentían arropados por el amor que los rodeaba. Sus hijos, ahora dos pequeños que llenaban la casa de risa y ternura, se convirtieron en su mundo. Aunque ser padres primerizos era un reto constante, lo enfrentaban juntos, y eso lo hacía todo mucho más fácil.

La casa no estaba nunca vacía de risas, abrazos y apoyo. Todos sus amigos, Namjoon, Jin, Yoongi, Jimin, Jackson y Hoseok, se turnaban para visitarlos. Cada uno tenía un papel que desempeñar, ya fuera trayendo comida, ayudando con las tareas o simplemente quedándose a cuidar a los bebés para que Jungkook y Taehyung pudieran descansar un poco.

De todos, los que más estuvieron presentes fueron Jin, Jimin y Jackson, quienes con su energía, no solo cuidaban de los pequeños, sino que se aseguraban de que la pareja descansara y se tomara un respiro. Las madres de Jungkook y los padres de Taehyung, como siempre, también fueron de gran ayuda. Traían las compras, se encargaban de la limpieza y sobre todo, compartían todo su amor y sabiduría para cuidar de los bebés.

—¡Este lugar está lleno de amor! —exclamó Jimin un día, mientras abrazaba a los gemelos. La alegría en su rostro era evidente al ver cómo los pequeños reaccionaban a su voz.

Jackson, con su energía inagotable, no dejaba de hacerlos reír con sus bromas y gestos exagerados. Siempre encontraba una manera de hacer que el ambiente fuera más ligero, incluso cuando todo parecía un poco abrumador.

Mientras tanto, Namjoon, Yoongi y Hoseok, aunque colaboraban siempre que podían, se encargaban principalmente de la empresa. Sabían que Jungkook y Taehyung no podrían asistir a las reuniones o gestionar los asuntos de la compañía por un tiempo, así que asumieron la responsabilidad de manejar los negocios hasta que los pequeños fueran un poco más fáciles de cuidar.

—Te lo dije, Jungkook —comentó Namjoon mientras pasaba un brazo sobre sus hombros—. Lo estás haciendo increíble. No te preocupes por la empresa; nosotros nos encargamos de todo.

Jungkook sonrió, agradecido por el apoyo constante de su amigo. —Gracias, hyung. No sé qué haríamos sin ustedes.

Jin y Hyejin, como siempre, se encargaban de la comida. Traían platos caseros, llenos de los sabores reconfortantes que solo una madre podría hacer. No solo alimentaban a los padres, sino que también cuidaban de que los pequeños tuvieran lo que necesitaban, especialmente cuando Taehyung estaba demasiado cansado para levantarse de la cama.

Mientras tanto, Yoongi, que normalmente era más reservado, se dedicaba a hacer pequeñas tareas alrededor de la casa, sin pedir nada a cambio, con su naturaleza protectora, no dejaba de ofrecerse para cargar a los bebés, asegurándose de que siempre estuvieran en buenas manos. Siempre estaba ahí cuando más lo necesitaban, y su presencia silenciosa era un alivio para todos.

Las madres de Jungkook y los padres de Taehyung también se unieron al equipo de apoyo. Cada vez que llegaban, traían no solo comida, sino también consejos y mimos para los bebés. A veces, cuando Taehyung y Jungkook sentían que no podían más, las abuelas se encargaban de cuidar a los pequeños para darles un respiro.

La abuela de Jungkook, siempre tan atenta y cariñosa, no dejaba de pasar por la casa para asegurarse de que todo estuviera bien. Se encargaba de compartir sus propios consejos maternos y de ayudar con las tareas cotidianas.

Era una rutina establecida, pero, a pesar de la presión, cada visita de amigos y familiares mantenía el espíritu de la casa alto. Las conversaciones eran amenas, las risas nunca faltaban, y el cansancio se hacía menos pesado cuando había tanto amor alrededor.

El abuelo de Jungkook, sin embargo, no siempre estaba de acuerdo con cómo se manejaban las visitas. Siempre intentaba aparecer sin avisar, buscando ver a los gemelos, pero su presencia nunca era bienvenida de manera abierta. Un día, cuando intentó acercarse sin previo aviso, Jungkook, aunque tratando de ser educado, no pudo evitar rechazarlo amablemente.

—¿Qué es lo que buscas, Sunkyun? —preguntó Jungkook, manteniendo la calma pero con una leve tensión en su voz.

—Solo quiero conocer a mis bisnietos —respondió Sunkyun, con una sonrisa que no lograba ocultar su impaciencia.

Jungkook suspiró, sabiendo que su abuelo no cambiaría fácilmente.

—Te agradezco que quieras conocer a los bebés, pero ahora mismo necesitamos tranquilidad. Ya hablaremos más tarde.

Sunkyun, que esperaba una respuesta diferente, se quedó en silencio, y aunque lo que dijo no fue una protesta abierta, se notó la frustración en su rostro. A pesar de todo, comprendió que Jungkook tenía razón en priorizar el bienestar de su familia.

✨hope and gleam✨

the fate of omega  (Kookv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora