Taehyung, un joven serio y reservado que creció con su abuela, sin recuerdos claros de su infancia ni de sus padres. Jungkook, un alfa arrogante y coqueto que odia a los omegas. ¿Qué pasará cuando se encuentren? ¿Podrán sus personalidades llevarlos...
Después de varios meses alejados de la empresa, Taehyung y Jungkook finalmente estaban de vuelta en la oficina. Era un día lleno de alegría; sus compañeros no dejaban de mimar a los gemelos, que estaban más grandes y comenzaban a interactuar con todos. Para la pareja, era reconfortante sentir que todo volvía a la normalidad.
Los bebés estaban en una pequeña área cerca de ellos, jugando con algunos juguetes, mientras Taehyung y Jungkook revisaban documentos. Todo parecía tranquilo. Sin embargo, algo llamó la atención de Taehyung. Miró hacia la ventana con el ceño ligeramente fruncido.
—¿Qué pasa? —preguntó Jungkook, acercándose a él.
—Por un momento, creí ver a Bogum entrando al estacionamiento… Pero seguro fue mi imaginación —dijo, restándole importancia.
Jungkook asintió, aunque no pudo evitar sentir una ligera incomodidad ante ese comentario. Mientras tanto, detrás de ellos, Hyuna se movía con sigilo. Nadie notó cuando tomó a los gemelos en brazos, aprovechando la distracción.
Al principio, los bebés permanecieron tranquilos, pero pronto comenzaron a sentirse incómodos. El pequeño omega rompió en llanto, y la pequeña alfa, en un intento de liberarse, mordió con fuerza a Hyuna.
—¡Ay! ¡Malditos mocosos! —gruñó Hyuna, pero no se detuvo.
Con rapidez, salió del edificio y se dirigió al auto estacionado, donde Bogum la esperaba en el asiento del conductor.
—¿Qué demonios pasó ahí? —preguntó Bogum al verla llegar con prisa.
—¡Nada que no pueda manejar! —respondió Hyuna, colocando a los bebés en el asiento trasero—. Ahora arranca, antes de que alguien nos vea.
En ese momento, Taehyung escuchó el llanto de su hijo y se giró rápidamente.
—¡Es el pequeño! ¡Algo está mal! —gritó, corriendo hacia la salida.
Jungkook lo siguió sin dudarlo. Al llegar al estacionamiento, vieron a Hyuna acomodando a los bebés en el auto. Tal como Taehyung había sospechado, Bogum estaba al volante.
—¡Hyuna! —gritó Taehyung, pero en ese momento apareció Sunkyun.
—¡Suelten a mis nietos! —exclamó Sunkyun, fingiendo estar furioso mientras caminaba hacia el auto.
Jungkook sintió un breve alivio al verlo, pero algo no cuadraba. Sunkyun no parecía actuar con la urgencia que la situación ameritaba.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Hyuna, sorprendida.
Sunkyun no respondió. Solo se limitó a sonreír y, sin decir una palabra más, se subió al asiento trasero junto a los bebés.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Bogum, mirándolo a través del retrovisor.
—Tranquilos. Todo está bajo control —dijo Sunkyun, con una sonrisa maliciosa.
Los bebés comenzaron a llorar aún más fuerte. Su incomodidad era palpable, como si pudieran sentir la energía oscura que emanaba de los adultos a su alrededor.
Jungkook y Taehyung aceleraron el paso, pero antes de que pudieran llegar al auto, Bogum encendió el motor.
—¡Acelera! —ordenó Sunkyun.
Sin embargo, justo cuando el vehículo comenzó a moverse, algo extraño ocurrió. El auto se detuvo de golpe, como si una fuerza invisible lo hubiera frenado. Todas las puertas se desbloquearon automáticamente y se abrieron de par en par.
—¿Qué demonios? —murmuró Hyuna, intentando moverse, pero su cuerpo no respondía.
Bogum y Sunkyun también estaban inmóviles, completamente paralizados.
Sin perder tiempo, Jungkook y Taehyung corrieron hacia el auto y sacaron a sus hijos. Los abrazaron con fuerza, ignorando todo lo demás.
—¿Qué está pasando? —preguntó Bogum, con una mezcla de miedo y frustración.
Antes de que alguien pudiera responder, llegaron varios patrulleros al lugar. Con ellos venían las exesposas de Sunkyun, quienes no perdieron tiempo en señalarlo como culpable.
—¡Ahí están! ¡Arréstenlos! —gritó una de ellas, apuntando a Sunkyun, Hyuna y Bogum.
Los tres fueron esposados y llevados por la policía, incapaces de resistirse. Mientras los oficiales se los llevaban, Sunkyun giró la cabeza hacia Taehyung y Jungkook, con una sonrisa siniestra.
—Esto no termina aquí —dijo con voz fría—. Siempre vuelvo por lo que es mío.
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Ya a salvo en casa, Jungkook notó que Taehyung estaba pensativo.
—¿Qué sucede, Tae? —preguntó, mientras acariciaba suavemente el cabello de su pareja.
Taehyung lo miró, con una pequeña sonrisa.
—Sé lo que pasó en el estacionamiento.
—¿A qué te refieres? —preguntó Jungkook, intrigado.
—Vi a mi abuela. Ella estaba ahí. Fue ella quien los detuvo.
Jungkook lo miró sorprendido, pero no dijo nada.
—Ella protegio a nuestros bebes Kookie. Estaba ahí, aunque ya no pertenezca a este mundo. Yo enserió la vi.
Jungkook, después de unos segundos, le devolvió la sonrisa.
—Entonces debemos agradecerle por protegerlos y por estar siempre con nosotros amor.
Taehyung asintió, con determinación.
—Voy a entrenar más duro. Quiero poder comunicarme con ella, aunque sea por un momento más.
Y así, con esa promesa en mente, la familia se abrazó, encontrando consuelo en el hecho de que, pase lo que pase, siempre tendrán a alguien cuidándolos desde el más allá.