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El día amaneció tranquilo, pero tanto Taehyung como Jungkook sabían que no podían perder tiempo. La tarde anterior fue un día bastante pesado por los eventos ocurridos. Así que, con determinación, ambos volvieron a la empresa para encargarse de todo lo pendiente.

Después de terminar en la oficina, decidieron tomarse un pequeño descanso y caminar por un parque cercano. Taehyung se aferró al brazo de Jungkook mientras paseaban. Su rostro lucía más relajado, aunque los antojos típicos de su embarazo no le daban tregua.

—¿Sabes qué se me antoja? —preguntó Tae, ladeando la cabeza.
—¿Qué quieres, mi osito? —respondió Jungkook con ternura.
—Helado… de vainilla, con chispas de chocolate.

Jungkook sonrió y le dio un beso en la frente.
—Espera aquí. Te traeré el mejor helado que encuentren mis manos.

Taehyung se sentó en una banca sonriendo mientras Jungkook iba al carrito de helados al otro lado del parque. Observó a los niños jugar y dejó que la suave brisa acariciara su rostro. Pero su tranquilidad se desvaneció al notar un auto estacionándose cerca. No le prestó demasiada atención al principio, pero algo en su interior lo inquietaba.

Antes de que pudiera levantarse, una toalla fue presionada contra su rostro, y el olor químico del cloroformo lo invadió. Trató de luchar, pero sus fuerzas se desvanecieron rápidamente. Los secuestradores actuaron con rapidez, subiéndolo al auto antes de desaparecer en cuestión de segundos.

 Los secuestradores actuaron con rapidez, subiéndolo al auto antes de desaparecer en cuestión de segundos

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Jungkook regresó con el helado en mano, pero la banca estaba vacía. Frunció el ceño, mirando a su alrededor.

—¿Tae? —llamó, esperando que estuviera cerca.

El corazón le comenzó a latir más rápido al no verlo por ningún lado. Preguntó a las personas cercanas, describiendo a su omega, pero nadie parecía haber visto nada.

—No puede ser... —murmuró, sintiendo el pánico apoderarse de él.

Corrió por todo el parque, llamando su nombre una y otra vez. Finalmente, con las manos temblorosas, sacó su teléfono y marcó rápidamente a Namjoon.

—¡Namjoon! Tae... Tae desapareció. ¡No está en el parque! —gritó, con la voz cargada de desesperación.

Namjoon trató de calmarlo, pero Jungkook ya había perdido toda compostura. En minutos, sus compañeros llegaron al lugar para ayudarlo a buscar, pero la ausencia de pistas solo incrementó su angustia.

 En minutos, sus compañeros llegaron al lugar para ayudarlo a buscar, pero la ausencia de pistas solo incrementó su angustia

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Taehyung despertó con un dolor punzante en la cabeza. Sus sentidos estaban desorientados mientras trataba de enfocarse en su entorno. Las paredes eran grises y húmedas, y el aire olía a encierro y desesperación.

Se encontraba acostado en una cama dura, con una manta raída cubriéndolo. Frente a él, había un pequeño baño y un armario viejo con puertas entreabiertas.

—Ah, ya despertaste… —dijo una voz.

Taehyung giró la cabeza hacia una pareja mayor que ocupaba las camas cercanas. Sus rostros estaban marcados por los años y la tristeza.

—¿Dónde estoy? —preguntó con voz débil.

El hombre suspiró.
—En un lugar del que no se puede escapar. Aquí traen a quienes quieren usar, ya sea para trabajo forzado o algo peor.

—Pobrecito, tan joven… y ahora atrapado aquí —añadió la mujer, con lástima.

Taehyung trató de procesar lo que decían, pero el miedo lo consumía.
—¿Quiénes son ustedes?

—Yo soy Hwan, y ella es Minha. Llevamos aquí más tiempo del que podemos recordar… —dijo el hombre.
—Nos trajeron igual que a ti. Nos dejaron vivir porque prometimos no rebelarnos.

Mientras hablaban, mencionaron algo que llamó la atención de Taehyung:
—Antes de nosotros, hubo otra pareja aquí. Intentaron escapar, pero… no lo lograron.

—¿Cómo se llamaban? —preguntó Taehyung, sintiendo que su corazón se detenía.

Minha miró a su esposo antes de responder.
—No recuerdo sus nombres, pero siempre hablaban de su hijo, un niño pequeño. Solo querían que él estuviera a salvo. Dejaron algunas cosas en el armario antes de que... los mataran.

Taehyung se levantó con esfuerzo y abrió el viejo armario. Dentro encontró una fotografía descolorida y una pequeña manta. Al ver la foto, sus ojos se llenaron de lágrimas. Eran ellos, los mismos que estaban en el cuadro que encontró en la casa de sus padres...

—No puede ser… —susurró, con la voz quebrada.

Los ancianos lo miraron con compasión, sin saber el peso de lo que acababan de revelar.


✨hope and gleam✨

the fate of omega  (Kookv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora