Me gusta la idea de ir al colegio, dirán que es estúpido pero prefiero hacerme el que escucho a los profesores que tener que escuchar los constantes problemas de mi familia.
- ¡Esto es totalmente ilógico y estúpido! - Gritaba mi madre, Cristina- ¿Cómo es posible que no alcance el dinero para este mes?.
Ella acababa de renunciar a su trabajo para así poder atender a mi hermano menor Carlos que tenia solo 2 meses y aún así había escuchado muchos mas problemas de lo que cualquier niño de dos meses debería escuchar.
-¡Ya deja de gritarme de una puta vez mujer! - Le decía mi padrastro, Rober Scott, tratando de que mi madre se callara-.
Mi padre murió ya hace unos 13 años en un accidente automovilístico, me daba igual, supongo, nunca pude llegar a sentir algo por el hombre de las fotografías ya que nunca recuerdo haberlo conocido.
Me había sumergido de nuevo a hablar con mi subconsciente lo que ya se me hacia una tarea habitual y no entendía que de nuevo tenía que afrontar la realidad, esa realidad que tanto odiaba enfrentar, sin pensarlo dos veces me encerré en mi cuarto y metí mi cabeza en el móvil tratando de desconectarme del mundo exterior, me coloque mis audífonos haciendo como si nada pasaba. Pero sabía que mi familia tenía problemas.
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Una mañana más, me había quedado dormido tratando de no escuchar a mi madre llorar lamentándose de la vida que llevaba y de lo mal que la pasaba. Me levante de una noche algo mala en la cual lo menos que había logrado tener fueron dulces sueños.
-Pensé mientras me veía en el espejo-.
Sigo mi rutina, voy algo baño, me cepillo mis dientes, me doy una ducha la cual mi cuerpo deseaba con ansias.
El agua más fría que jamas sentí, solo agache la cabeza y dejé que lentamente vaya callendo sobre mi cuerpo ya entumecido, no emití sonido alguno, ni realicé alguna mueca con mi rostro solo ya todo daba igual.
Me vestí con mi uniforme del colegio, acomodé mis útiles y estoy listo para salir, noté que estaba aún sin peinarme, pero la verdad que más da si lo hago o no.
-Suspiré-.
Abrí la puerta, con una sonrisa enorme saludé a mi madre y me despedí de inmediato, ya era algo tarde.
Tomé mis llaves, mi desayuno y salí de mi casa. Como todos las mañanas caminé hacia la parada del autobús, mi padrastro tiene auto pero siempre esta en uno de sus trabajos o en quien sabe que, así que pocas veces me lleva al colegio, supongo es mejor, cuando voy en el auto con él, hay siempre un silencio incómodo de esos que puedes tocar, así que simplemente prefiero ir solo.
Pero este día es algo distinto me sentía extraño, pensaba mientras iba saludando a los vecinos que con el tiempo que tenían conociéndome decían que era un buen chico, callado y sonriente aunque la verdad poco sabían de quien era yo en realidad.
Llegué a la parada del autobús y mi sonrisa calló al suelo tan pesada como el yunque de un herrero pero aun así debía mantenerla, debía mantener aquella imagen de la familia feliz aunque la realidad fuese otra totalmente y lo sentía, podía ver en realidad lo difícil que era fingir.
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Mi Angel Caido
Novela JuvenilCuando nos encontramos justo en el punto de la vida que ya todo deja de importar, la depresión ha llegado a nuestras vidas y nos cansamos de luchar y de sentir sin embargo, el dolor se queda pero no es el dolor sentimental que te hace llorar es algo...