Capitulo II - ¡Y llegue!..De Nuevo.

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    Pues si así era, por primera vez me había dado cuenta de lo complicado que se hacia fingir, pero no pude pensarlo mucho tiempo porque mientras tenía mi mirada clavada al piso admirando mis zapatos desgastados llegó una voz conocida.

-Sentí una palmadas en el hombro-.

     Era una voz muy alegre y elocuente y antes de subir siquiera la mirada me había percatado de quien era -suspiré-.

-Hola, ¿como estas Frank? -le dije con una enorme sonrisa en mi rostro-. La cual luchaba por mantener.

     Frank Miller era mi único "amigo" y digo "amigo" porque él no me conocía realmente, aunque habíamos estudiado juntos por más de 4 años, me sentía algo mal por ocultarle mi verdadero yo, pero seamos sinceros, ¿a quién le importarían mis problemas?.

-Hola Jeremy, ¿qué te pasaba? que te veo algo desanimado.

-Nada, nada Frank solo esperaba el bus.

   No había terminado de decir esa frase cuando llegó justo el que nos llevaría a nuestro instituto.

-Subamos -le dije-.

     Nos sentamos en los primeros puestos dentro de él se podían observar muchas personas sentadas en sus respectivos lugares, todos en su rutinas, con sus sueños abandonados y sus ojos carentes de cualquier esperanza, se sentía un olor ahumado y decadente como el del humo de un cigarrillo, el aire era seco y pesado de respirar, rápidamente llegamos a la parada.

     Nos bajamos del bus y un hombre con una fea expresión de soledad en sus ojos y sequedad en la piel de su cara recibió el dinero, el ver sus ojos por solo un pequeño momento me llevo a un mundo de vacío y sentí una inexplicable soledad en mi corazón, soledad que sin saberlo se estaba apoderando de mi.

     Aunque igual tuve que olvidar rápidamente porque ya habíamos entrado y nos dirijiamos al aula de clases que nos tocaba.

-Frank abrió la puerta y de inmediato todos los ojos se posicionaron sobre nosotros, que sensación tan desagradable, odio que la gente me mire, siento como sus ojos me escrutaban desde los pies a la cabeza buscando, sus ojos se sentían como si te desnudaran el alma.

     Nos sentamos rápidamente antes de que llegara nuestro profesor, me senté al final de la fila en silencio sin saludar a nadie en una esquina fría, donde usualmente me siento, agache la cabeza y miré la tabla de mi mesa con muchos insultos, todos eran para mi, aunque no era extraño mi manera de ser le daría asco a cualquiera incluso a mi.

-¡Ya llegué! -grito el profesor de química -.

-De inmediato pensé- de nuevo.

-De nuevo tendría que escuchar sus sermones, de nuevo tendría que ser la burla de la clase porque cuando me preguntan no sé de que habla, de nuevo estaba viviendo otro día más de clases.

     Pensaba que era algo tonto estudiar, ¿para qué? si toda mi vida las personas que me rodean me dicen que no tengo futuro en lo absoluto, ¿para qué? si aunque me esfuerce no puedo obtener una buena calificación, ¿para qué? si soy patético, ¿para qué? si soy el típico fracasado que se lamentará de por vida.

     Ya de tanto pensar corrió una lágrima que se me escapo de mis ojos, ya cristalinos se veía como reflejaban una luz brillante de desahogo pero no, no podía llorar, aquí no.

-Secaba la lágrima de mi mejilla-.

     Seguía leyendo cada insulto hacia mi escrito en esa tabla una y otra vez, tanto que he comenzado a creer que son tan reales y tan tangibles como mi mente se lo a permitido ser, porque si ella mantiene su juego constante contra mi, usualmente soy el perdedor.

Mi Angel CaidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora