Songs for My Muse

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“¿Consideras que estuvimos juntas mucho tiempo?”.

“A veces siento que estuve a tu lado toda mi vida”.

“Pero entonces abro los ojos, y no es cierto”.

“Hay tanto de ti que desconozco”.

—Señorita Matsuura, se le está acusando de agresión física, abuso doméstico y estar involucrada en la muerte de su esposa, ¿cómo se declara?

—Inocente, su señoría— respondió su abogado de inmediato.

La acusada estaba firme en su asiento, con la mirada perdida en el suelo, como si su mente estuviera lejos de la sala.

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—Señorita Matsuura, ¿qué fue lo que pasó en el bar el día del incidente?

—Fui a aclarar algunas cosas con ella, ella comenzó a insultarme y a provocarme, me sentí atacada, tenía a un montón de gente listos para golpearme, así que me defendí— su mirada se dirigió a su abogado, quien le asintió.

—¿Así que usted inició la pelea?

—No era una pelea, me estaba defendiendo— frunció el ceño, incluso para ella, eso era una gran mentira.

—Tengo entendido que cuando uno de los dos cae al piso, seguir golpeando ya es excederse, cosa que usted hizo.

—Estaba nerviosa, mi instinto de supervivencia se activo.

—¿Instinto de supervivencia?, ¿no querrá decir... Ataque de ira?

La ojiamatista tragó en seco.

—Es dicho por ahí que no tiene el mejor temperamento y que fácilmente pierde el control de sus emociones— hojeo dentro de una carpeta que pronto entregaría al juez— incluso sus anteriores vecinos mencionaron escuchar muchos gritos provenientes de su departamento casi todos los días, eso junto a la acusación de abuso doméstico es clara evidencia de que recurre fácilmente a la violencia, ¿no es así?

—Cuando uno está enojado, no piensa no claridad.

—Entonces, ¿afirma que, cuando se enfurece, es capaz de agredir?

La ojiamatista miró a su abogado, quien le regresó una mirada severa y se puso de pie.

—Objeción, hostigamiento.