La Mansión Wayne estaba iluminada con la calidez de la Navidad. Las luces parpadeaban alrededor del enorme árbol que dominaba el salón principal, y el suave sonido de villancicos llenaba el aire, intercalado con el murmullo de risas y discusiones amistosas. ___ había supervisado cada detalle de la decoración, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Bruce, como siempre, permanecía en un segundo plano, observando cómo su esposa lograba algo que él nunca había imaginado: convertir su imponente y sombría casa en un verdadero hogar.Alfred apareció en la sala con una bandeja de chocolate caliente.
—Señora Wayne, me atrevería a decir que esta es la decoración navideña más impresionante que hemos tenido en años.
Ella sonrió, aceptando una taza.
—Gracias, Alfred. Pero no sería posible sin tu ayuda.
Antes de que pudiera añadir algo más, las puertas se abrieron de golpe, revelando a Dick, Tim, Jason y Damian entrando con el alboroto característico de los Wayne.
—¡Mamá, tienes que venir!–exclamó Tim, señalando hacia Jason y Damian, quienes discutían como era habitual.
—¿Otra vez ustedes dos?–preguntó ___, con los brazos cruzados mientras caminaba hacia ellos.
—No es mi culpa que Todd sea un idiota–gruñó Damian.
—Y yo sigo sin entender cómo este mocoso todavía no entiende la importancia de disfrutar un maldito día festivo–replicó Jason, rodando los ojos.
Dick suspiró, intentando mantener la paz como siempre.
—Vamos, chicos, es Navidad. ¿No pueden al menos intentar llevarse bien?
Antes de que el caos pudiera escalar, ___ levantó una mano.
—Basta. Si no pueden comportarse, ninguno abrirá sus regalos esta noche.
Jason y Damian intercambiaron miradas de sorpresa y luego murmuraron una disculpa apresurada. Bruce, que había entrado en silencio, observaba desde un rincón, admirando cómo ___ tenía una habilidad que él nunca había logrado perfeccionar: mantener el orden entre los chicos.
—Eres increíble–murmuró Bruce mientras se acercaba a ella, colocándole una mano en la cintura.
—Solo hago lo que tú no puedes–respondió con una sonrisa traviesa.
Más tarde esa noche, después de la cena, la familia se reunió alrededor del árbol. Alfred, siempre impecable, distribuía las tazas de chocolate caliente mientras Titus se acomodaba junto a Damian, disfrutando de la calma inusual.
—Bien, chicos, es hora de los regalos–anunció Dick, levantándose con entusiasmo.
—¿Empezamos con el de mamá?–preguntó Tim, mirando a sus hermanos.
Jason asintió, aunque con una sonrisa de diversión en el rostro.
—Claro, vamos a ver cómo reacciona.
Damian se levantó, con una caja envuelta en papel elegante.
—Esto es de nuestra parte, madre–dijo, con un tono más suave de lo habitual, aunque su expresión seguía siendo seria.
—¿De todos ustedes?–preguntó ___, sorprendida.
—Bueno, Damian puso más empeño de lo que parece, pero sí, es de todos–aclaró Dick con una sonrisa.
Con curiosidad, ___ deshizo el lazo y abrió la caja. Dentro encontró un portarretratos en forma de murciélago, con múltiples divisiones que albergaban fotografías. Su respiración se detuvo por un momento mientras miraba cada una de las imágenes:
• Una de Bruce y ella, tomada durante un evento de gala donde él le sostenía la mano.
• Otra de ella con Damian y Titus, el gran danés, ambos con expresiones serias pero claramente felices.
• Una donde Dick la abrazaba mientras ambos sonreían ampliamente.
• Una de Jason, fingiendo molestia mientras ella lo abrazaba por sorpresa.
• Otra de Tim y ella compartiendo un momento tranquilo en el jardín de la Mansión.• Incluso una de Alfred sirviendo té, con ___ a su lado ayudándolo en la cocina.
Ella tocó el marco con cuidado, notando el detalle y la dedicación que habían puesto en elegir esas fotos.
—Es... perfecto–murmuró, con lágrimas acumulándose en sus ojos.
—Sabemos que estás acostumbrada a darlo todo por esta familia, así que pensamos que sería bueno recordarte cuánto significas para nosotros–dijo Tim, con una sonrisa tímida.
Jason se encogió de hombros.
—Sí, bueno, no esperes que me ponga sentimental ni nada.
Damian cruzó los brazos, pero había un leve sonrojo en sus mejillas.
—Era lo mínimo que podíamos hacer.
Dick se adelantó y le dio un abrazo, que pronto fue seguido por Tim y, sorprendentemente, por Jason. Damian fue el último, acercándose con una expresión seria antes de abrazarla brevemente.
Bruce, que había permanecido en silencio, se inclinó hacia ella y le susurró al oído:
—Ellos lo dicen todo, pero quiero que sepas que sin ti, esta familia no sería lo que es.
Ella lo miró con una sonrisa mientras las lágrimas finalmente caían.
—Gracias... a todos. Esto significa más de lo que pueden imaginar.
Y mientras la Mansión Wayne resonaba con las risas y los murmullos de la familia reunida, ___ supo que, a pesar de los desafíos y el caos, esta era la vida que siempre había deseado. Una llena de amor, risas y, sobre todo, una familia que la adoraba tanto como ella a ellos.
Fin.
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One Shots Batfamily Vol.3
FanficHistorias basadas en mi imaginación, películas o series sobre los chicos de Ciudad Gótica