Capítulo 67 La Dulzura de un Romance Prohibido.

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Cuando los rayos del sol tocan el suelo, iluminando el césped en los alrededores de la residencia, el sonido de las pequeñas cascadas de los jardines acuáticos y el canto matutino de las aves crean una sinfonía de relajación para una joven princesa que danza al aire libre, como si el viento sea su pareja para la pista, sus dedos tocan su piel, sus manos crean una visualización armoniosa a la par de sus piernas y vientre, son suaves y gráciles sus pasos, moviendo deliberadamente su danza con las mariposas volando. Su cabello meciéndose contra el viento, junto a las pequeñas hojas de los árboles que caen a su vez que gira para hacer otra coreografía. Su única música es la misma naturaleza. Ahí estaba observando a lo lejos aquel hombre de cabellos plateados, su mirada suave admirando cada parte de ella, cada vez estaba más cerca, hasta que ambos se miraron directamente a solo unos cuantos metros. Tenían que ser discretos aún por su cercanía creciente de deseo mutuo. Tan solo una caricia del ninja a su mano fue suficiente para que ella con una sonrisa apenada se lo llevara entre los árboles y arbustos para reclamar sus labios con suavidad. Como si fuera una recompensa por haberla cuidado en todo momento, aunque después de todo era el trabajo de Kakashi, ¿no?

-¿No podías haber esperado en la noche? -Murmuró contra sus suaves labios, el aroma embriagador de las flores que emana de su hermoso cabello azabache lo tenían embelesado.

-No... No podía y lo siento por si acaso. -Apretó el cabello de su amante mientras seguían en ese beso dulce.

-A veces me pregunto que somos realmente. -En tono bajo, pero a la vez bromista.

-¿Importa ahora?

-No me importa que me consideres. Si soy tu amante o tu asesino a contrato... O si quiera como el designado: tu guardaespaldas. Solo mientras seas tú... -Se separó lo suficiente para contemplar su bello rostro entre sus dedos, acomodando esos mechones de cabello a lado de los pómulos de la princesa. Como si quisiera grabar cada detalle. -Solo tú... -Susurro pegando su frente a la de ella.

-¿Cuando te vería de este modo? -Toco con suavidad la mejilla del ninja con sus dedos. -Se que es raro en ti, pero me siento afortunada de tener esta exclusividad.

-Honestamente... Jamás en mi vida pensé... En hacer algo como esto. En sentir esto por alguien de este modo tan intenso. Tan único... Je, sonará loco. Pero me alegra haber tomado el consejo de mi padre. -Dio una sonrisa tan única en él, de modo relajado.

-Ya sé. Fue una batalla de emociones. Hasta que ya no se volvió un problema.

-Esa mirada traviesa tuya a veces me da mala espina. -Bromeo.

-Si supieras cuán traviesa puedo ser. -Guiño un ojo con picardía antes de plantarle un último beso... En el día de hoy. -Antes de que sospechen a donde me escape esta vez, mejor regreso. -Su voz envío un escalofrío a la espina dorsal de Kakashi haciéndole sonreír.

-Como gustes, princesa. -Le beso el dorso de la mano, deteniéndose el tiempo suficiente para saborear el ambiente.

Con un gesto deliberado, se retiró aquel hombre. Pensando en lo por venir. Iruka estaba sospechando algo, cuando lo interceptó al verle aparecer en una de las calles leyendo su libro, tan absorto en su mundo como siempre: esta vez en alguien en particular.

-Kakashi sensei... Oye. -Le hablo, pero no respondió.

-Su tacto es suave y seguro. Es como si fueran sus caricias como plumas o algodón... Simplemente... En paz... Como de ensueño. -La imagen de ella girando hacia él con sus cabellos dando la ilusión de algo etéreo. Esa sonrisa... Su voz aterciopelada, sus caricias... Le hicieron suspirar sin darse cuenta de que tenía prácticamente a su lado Iruka.

-Kakashi... -Volvió a llamar.

-¿Eh? ¿Iruka? ¿Hace cuánto tiempo estabas aquí? -Su ensoñación se desvaneció enseguida.

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